No
te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni
abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á
ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que
visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los
cuartos, á los que me aborrecen, Y que
hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos.
(Exodo 20:4-6)
En el libro de Éxodo de la Biblia encontramos los
diez mandamientos. En el segundo mandamiento Dios prohíbe la adoración por
medio de imágenes o estatuas. Este no se encuentra en los catecismos populares
de la iglesia de Roma, fue suprimido. Cuando Constantino se convirtió al
cristianismo a partir del año 312 DC comenzó a operarse en la iglesia romana
una fusión entre el paganismo y el cristianismo. Dentro del paganismo romano se
adoraba a diversos dioses todos ellos representados en estatuas. Para poder
lograr que la religión se volviera popular y alcanzara a las masas, los
sacerdotes cristianos fueron adoptando doctrinas falsas para lograr que el
cristianismo se convirtiera en una religión popular, fácilmente aceptable para
la mayoría de la gente. Fue así que se cometió el innombrable delito de cambiar
la ley de Dios. Se cambiaron los diez mandamientos conforme habían sido
entregados por Dios mismo a Moisés en el monte de Sinaí, tan sólo para
conformar al pueblo.
El segundo mandamiento prohíbe la adoración por
medio de imágenes. Comúnmente se cree que las estatuas son sólo un recordatorio
y que en realidad no se está reverenciando a la estatua misma sino a la persona
representada en la estatua. Pero al prender velas a la estatua, tocarle o
besarle los pies y arrodillarse delante
de la imagen, sin duda alguna, el adorador está rindiendo un tipo de reverencia
religiosa, está adorando.
Dios es uno y es Espíritu, es imposible verlo o
contemplarlo porque habita en luz inaccesible, nadie puede ver la magnificencia
de su gloria o su belleza en toda su plenitud, mucho menos puede ser
representado con técnicas humanas, por más dotado que sea el artista. Tratar de
representar a Dios por medio de una imagen es imposible porque ningún hombre ha
visto a Dios.
En la adoración de las imágenes de los santos, se
traspasan dos mandamientos. Se viola el primer mandamiento que prohíbe adorar
otro ser fuera del Señor Todopoderoso. El Señor nunca permitió que se adorara a
los santos, profetas o a la Virgen, de manera tal que el culto que se la rinde
a estas personas, aunque hayan vivido vidas de santidad, está prohibido por la
ley de Dios. Pero, por otro lado, también se infringe el segundo mandamiento
que en sí mismo prohíbe la adoración por medio de imágenes, cualquiera sea la
persona o cosa representada por medio de la imagen.
La Biblia dice que Dios es Espíritu. Esta cualidad
de Dios le permite estar en todo el universo al mismo tiempo. Existen facetas
de Dios sumamente difíciles de comprender para la mente finita del ser humano
¿Cómo puede ser que Dios conozca todas las cosas? No solamente conoce todas las
cosas sino que la tierra con cada uno de sus elementos fue diseñada,
planificada y creada por Dios. El Señor Todopoderoso escudriña los abismos y
conoce las fuentes del mar. Cada mañana, por la palabra de Dios, el alba toma
su lugar para inundar con su luz el firmamento y dar comienzo a una nueva
jornada. Dios conoce los secretos de la muerte y le son descubiertos los
secretos de la sombra de muerte. El vasto océano permanece en su lugar porque
Dios dictaminó su decreto sobre él y le puso límite al orgullo de sus olas. El
conoce los períodos y procesos de gestación de cada uno de los animales del
planeta tierra y a todos llama por sus nombres. Dios es un ser absolutamente
inigualable en conocimiento, poder y sabiduría, no existe ningún ser, fuera de
su Hijo único, que sea igualable a Dios.
Dios estableció el segundo mandamiento para impedir
que el ser humano limitara su adoración, que la circunscribiera a un lugar
específico por medio de una imagen de yeso. La adoración por medio de imágenes
impide que el espíritu del hombre se eleve y se conecte con el Espíritu de Dios
en el reino de los cielos.
Jesús dijo que el hombre debía orar en lo secreto de
su habitación porque Dios oía la oración hecha en secreto para recompensar en
público. Es decir que para hablar con nuestro Padre y abrirle el corazón no
necesitamos de ningún elemento físico, de ninguna imágen porque el Espíritu del
Señor atraviesa toda la creación y puede comunicarse con nosotros aunque nos
encontremos en el más profundo de los abismos o en la más alta montaña.
Por medio de la adoración genuina en espíritu el
hombre contempla a Jesús y de esta forma viene a ser perfeccionado ya que el hombre imita lo que contempla. La adoración
en espíritu ennoblece el carácter y comunica las cualidades del Espíritu de
Cristo. Como el sello imprime su forma sobre la cera, así Dios imprime su
carácter sobre los verdaderos adoradores que adoran en espíritu y en verdad.
En cambio, la adoración por medio de imágenes es
limitada, el hombre deja de tomar conciencia de la omnipresencia de Dios. No puede
entender que el Invisible acompaña cada uno de sus pasos, escucha cada palabra y
considera cada uno de sus actos. La mente se acostumbra a una adoración sin
altura. Por el otro lado, quien adora genuinamente en espíritu, con el tiempo
desarrolla la conciencia de la presencia permanente del Señor y hace del
Invisible su compañero constante y guía fiel.
Dios no desea un vínculo debilitado por una
adoración parcial. Por el contrario el Señor desea un vínculo fuerte y cabal.
Dios no desea sólo una parte de sus hijos, que sus hijos lo limiten y le den un
lugar específico de alabanza, contemplación y adoración, El desea que la
comunicación sea permanente y fluida, sin límites ni restricciones porque Dios
nos ama inigualablemente, así también pide de nosotros un amor incondicional,
que no tenga barreras de yeso, bronce, oro o plata.
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