Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan.(Hebreos 11:6)
El
conocimiento científico ha hecho una explosión impresionante en los dos últimos
siglos. Junto con el surgimiento del Estado moderno, se produjo el
entronzamiento de la razón como medida de todas las cosas. El hombre de
nuestros días pretende dar explicaciones racionales y científicas a todo el
mundo que lo rodea. Pero aunque las ciencias se hayan desarrollado en formas
asombrosas, aún quedan insondables caminos por recorrer, pareciera ser que
nunca el hombre podrá develar todos los misterios del universo. Cada respuesta
que la ciencia da, arroja diez nuevas preguntas.
Un ejemplo de
la maravillosa e inescrutable creación de Dios es el cuerpo humano. Aunque la
medicina a empezado a decodificar el genoma humano, siguen surgiendo preguntas
y más preguntas que no tienen respuestas. El problema está en que toda la
creación incluyendo al cuerpo humano, provienen de las manos de Aquel que
habita en la eternidad cuya sabiduría es inigualable y la profundidad de su
sapiencia imposible de alcanzar.
Ante la
vastedad del conocimiento y la imposibilidad de abarcarlo y entenderlo todo, Dios
nos pide que tengamos fe. Así como los niños se toman de la mano de su padre porque
confían, aunque no conocen el camino, confían en su progenitores. Así es que, sólo
el Eterno conoce todos los misterios de la ciencia y el conocimiento y sólo El tiene
todas las respuestas. Para los seres humanos, siempre habrá cosas nuevas por
conocer e investigar y nunca podrán soltar la mano de su Creador para avanzar
en el camino de la vida.
Cualquier
rama del conocimiento científico debe aferrarse a dogmas para poder avanzar en
sus investigaciones. Un dogma es una presuposición no demostrable, es un juicio
humano. Se tratan de presupuestos que no pueden conocerse por la observación.
Muchos de los presupuestos de la ciencia tienen incluso un tinte casi religioso.
El origen de la vida es un misterio, al cual los científicos para poder
explicarlo, deben acudir a presuposiciones que más tienen que ver con la fe que
con la ciencia. Decir por ejemplo, como pretenden los evolucionistas, que la
vida se formó de la nada es una declaración de fe no científica, porque en el
mundo de los fenómenos observables la vida jamás surge de la nada. Todos los
seres vivos están compuestos de aminoácidos, estos nunca se forman de la nada.
A su vez, los aminoácidos se encadenan para formar proteínas que tampoco se
enlazan solas. Y por último, que debiéramos decir de la célula, la unidad de
vida más pequeña ¿Alguien vio alguna vez una sola y diminuta célula surgir de
la tierra, de la nada? No, nadie jamás vio una sola célula surgir de la nada.
En conclusión, aún la ciencia debe aceptar presupuestos que no pueden ser
observados y estudiados en el mundo de los fenómenos visibles.
Por todo lo
antes dicho, creer en Dios y en las enseñanzas de su Palabra termina siendo una
cuestión de elección y no una cuestión de conocimiento o de sabiduría. Es una
elección que puede hacer el mas pobre e indocto de los hombres, como el más instruido y encumbrado también. Grandes científicos a
lo largo de la historia eligieron creer, Isaac Newton y Albert Einstein por
sólo nombrar algunos. El conocimiento científico jamás ha sido un obstáculo
para la fe. Al contrario, cuando el conocimiento científico está encauzado por
la fe, termina por siendo más revelador que despojado de esta.
Antes de realizar un milagro o una sanación Jesús preguntaba
"¿Crees?" No importaba que fuera rico o pobre, instruido o no, sólo
tenía que creer, porque la fe constituye siempre una elección. Algunas personas
pretenden dar respuestas científicas, y demostrables a los milagros de la
Biblia. Algunos quieren explicar la apertura del Mar Rojo con un maremoto;
otros quieren explicar la multiplicación de los panes y los peces con una mera
redistribución del alimento. Pero es imposible tratar de dar explicaciones
demostrables científicamente a cada uno de los milagros descriptos en la Biblia
¿Cómo explicar los leprosos sanados, o los ciegos que volvían a ver, o los
mudos que volvían a hablar, los sordos que escuchaban de nuevo?¿Cómo explicar
las resurrecciones de los muertos o la ascensión de Jesús al reino de los
cielos?
En conclusión existen cosas que sólo pueden aceptarse por fe
y cómo antes dije, la fe no tiene que ver con la necedad o la falta de
conocimiento o instrucción, ya que muchas personas muy inteligentes e
instruidas elijen cada día creer en Dios y en los milagros de la Biblia.
Reconocidos universitarios y científicos en toda la redondez de la tierra
eligen creer. Simplemente tienen fe.
Aquellos que alcancen la vida eterna podrán maravillarse por
los siglos de los siglos, en toda arte y ciencia podrán indagar conociendo año
tras año un poco más la asombrosa mente del Señor y toda la obra que salió de
sus manos. Conoceremos y aprenderemos como niños directamente del Gran
Arquitecto y Creador de todas las cosas.
Todo el que se acerca a Dios, debe hacerlo con la fe de los
niños creyendo en su Palabra, por más que el mundo trate de demostrar lo
contrario, sólo por medio de la fe se puede acceder a la verdadera sabiduría y
las puertas del reino de los cielos quedan abiertas para entrar en la presencia
del Gran Maestro. La fe es la llave que abre la puerta de los misterios del
universo, sin ella es imposible agradar a Dios. Llegará el día en el cual Dios
recompensará abundantemente a quienes hayan ejercido la fe de los niños y hayan
esperado pacientemente sin vacilar el galardón prometido.
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