En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este
era en el principio con Dios.
Todas
las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho.(Juan 1:1-3)
En el principio era el
Verbo, la Palabra de Dios, el pensamiento de Dios audible. El Verbo era con
Dios y el Verbo era Dios. El Verbo era una persona que habitaba con Dios, era
la manifestación del pensamiento de Dios y aunque era una persona separada y
distinta de Dios, en realidad era Dios mismo.
A través de la Palabra fueron creadas todas
las cosas. El Verbo es la Persona Divina que conecta lo invisible de Dios con
lo visible, es un conducto por el cual se canaliza todo el amor de Dios para
crear el universo. El Verbo es un punto de conexión entre lo infinito, lo
eterno de Dios y lo finito y comprensible de toda su creación.
Todas las cosas por él fueron hechas y sin El
nada de lo que ha sido hecho fue hecho.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de
gracia y de verdad. (Juan 1:14)
El Verbo se hizo carne a través de la virgen
María. El Verbo se materializó en un hombre de carne y hueso venido en
semejanza del resto de los seres humanos. Dios envió a su hijo en semejanza de
carne de pecado (Romanos 8:3). El Verbo
Dios llevó sobre sí todas las flaquezas de una raza caída, sin embargo Jesús
fue santo desde su nacimiento. No existía en Jesús ninguna propensión hacia el
mal. El Salvador amaba hacer lo bueno por naturaleza, al igual que el primer
Adán, Jesús vino al mundo impoluto, sin
la mancha del pecado para llegar a ser el segundo Adán. A diferencia del resto
de los hombres no existía en Jesús ninguna atracción por lo malo. Jesús por
naturaleza cumplía con la ley del amor abnegado que rige el universo.
Jesús estaba lleno de gracia y de verdad.
Jesús vino a manifestar la gracia de Dios, su perdón y amor por el pecador.
Antes de que llegara al mundo la raza humana estaba sumida en el pecado. Las
tinieblas y el error reinaba por doquier, como un barco sin capitán los hombres
eran náufragos en el mar de la historia. Jesús vino lleno de verdad, vino a
este mundo para oponerse al padre de la mentira Lucifer quien con sus engaños
había llevado a nuestros antepasados a la transgresión y por sus mentiras había
comenzado a expandirse el error y la
confusión en el universo. Jesús vino a poner freno a toda la maldad. Lleno de
verdad declaró los misterios ocultos por siglos, para que la verdad se
convirtiera en un faro que atrajera a las almas hacia la salvación.
El es la imagen del Dios invisible, el primogénito
de toda creación.
Porque en él
fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados,
sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (Colos 1:15,16)
Jesús la Palabra de
Dios hecha carne es la imagen del Dios invisible. Antes de tomar forma humana, Jesús había sido
el primogénito de la creación. Cristo es el principio generador de todas las
cosas, tanto de las celestiales como de las terrenales. Cada criatura fue
creada por Jesús en el principio, cada átomo y las órbitas de sus partículas están
regidas por la palabra del Verbo Dios. Todas las cosas por El fueron hechas y
sin El nada de lo que ha sido hecho fue hecho. Misteriosamente el Creador de
todo el universo vino a este mundo tomando forma humana. Un misterio
inigualable por el cual toda la potencia del Dios invisible estaba concentrada
en un punto en el universo y se hacía visible en un ser humano aparentemente
igual al resto de su congéneres.
Así que, por
cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo,
para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto
es, al diablo (Hebreos 2:14)
Jesús participó de carne y de sangre para
llegar a ser semejante a sus hermanos en todo. Nunca la raza humana estuvo más
cerca de Dios que cuando el carpintero divino habitó entre los hombres.
Despojándose de su gloria y majestad celestiales vino a este mundo enfermo. El
Verbo estando en el cielo gozaba de la alabanza y adoración de todas las
criaturas celestiales. Sin embargo, eligió el camino del sacrificio y el
perdón, dejó atrás la incomparable dicha del cielo desvistiéndose de su
majestad y gloria para venir al planeta tierra y convertirse en un hombre. Vino
el Rey del universo a nacer en un humilde pesebre para ser hijo de dos personas
humildes y pobres como fueron José el carpintero y María. En esto Jesús no s
enseña la ley del amor desinteresado que busca primeramente el bien de los
demás antes que su propio bien. Esta ley rige el universo, nada fuera del
egoísta corazón humano vive para sí mismo. Cada parte del universo tiene una
utilidad y función para complementar, sustentar a sostener a otro elemento de
la creación. El agua de las lluvias alimenta a cada planta y árbol que a su vez
sustentan con sus frutos a todas las criaturas. Las abejas obtienen el polen de
las flores para fabricar miel pero con su trabajo polinizan cada planta y
permiten así su desarrollo y procreación.
Se puede ver en la creación un entramado de
relaciones que hablan de interdependencia. Cada ser del universo toma de los
demás, pero toma para dar. En esto se manifiesta el carácter de Dios que dejó
su marca indeleble en la obra de sus manos.
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