viernes, 14 de diciembre de 2012

Las especies y las mutaciones


Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fué así.
E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que anda arrastrando sobre la tierra según su especie: y vió Dios que era bueno.(Génesis 1:24,25)

Dios creó los animales de la tierra según su especie. Esto quiere decir que dentro de una especie podemos encontrar diferentes tipos o razas de animales. Dentro de la especie perro podemos encontrar caniches, dovermans ovejeros, etc. Lo mismo sucede con los elefantes, serpientes, etc.
Cada especie posee dentro de su genética un espectro de respuestas posibles a los diferentes climas en los que pudiera desarrollar su vida. Por ejemplo, los pinzones de las islas Galápagos tienen diferentes tipos de picos de acuerdo al lugar de la isla en donde vivan. Sin embargo, nunca dejan de ser pinzones, tan solo han dado una respuesta que se encontraba dentro del abanico de posibilidades de su ADN. De igual manera, el hombre tiene en su fisiología diferentes respuestas a los estímulos del medio ambiente. Por ejemplo, cuando una persona toma sol, su piel se torna oscura, se broncea. Existen ciertos pueblos de hombres que están constantemente expuestos al sol y al calor por lo cual han desarrollado pieles oscuras, estos son los hombres que habitan el continente africano. El hecho que sus pieles sean oscuras no significa que sean una especie distinta. Ellos son hombres y nadie puede negarlo. De igual forma las personas que habitan sobre el nivel del mar, tienden a ser más altas que aquellas que habitan en zonas montañosas y de altura debido a que la presión del medio ambiente determina que se alcancen alturas mayores o menores.
Todos estos son ejemplos fácilmente identificables en la naturaleza que forman parte del mundo visible y real. Sin embargo, nunca encontraremos en el mundo ejemplos de especies que se transformen con el paso del tiempo en especies completamente nuevas, con órganos nuevos y con información genética completamente distinta.
La teoría de la evolución se basa en el hecho de que los animales van cambiando de una especie a otra a medida de que pasan los siglos, milenios y millones de años. Los evolucionistas afirman que las mutaciones que ocasionalmente se dan en los seres vivos, van generando pequeños cambios que a lo largo del tiempo, sumados, hacen que una especie se transforme en otra especie completamente distinta y nueva.
Sin embargo, los científicos han intentado reproducir esta teoría falaz siempre con resultados negativos, exponiendo a algunas especies de insectos a radiación para lograr mutaciones en su información genética. Lo cierto es que despues de haber realizado estos experimentos siempre se obtuvieron mutaciones degenerativas. Es decir, la información genética era degenarada por la radiación y obtenían insectos con menos órganos o con órganos fuera de lugar. Por ejemplo, se realizaron experimentos sobre la mosca de la fruta y se obtuvieron moscas con patas en la cabeza o con patas en la espalda y cosas semejantes.
Esto se debe a que la información genética fue puesta allí por Dios. Como un ingeniero biomecánico diseña un proyecto e introduce la información del proyecto en su obra de ingeniería, de la misma forma el ADN de todos los seres vivos contiene la información puesta allí por Dios, que refleja el diseño, pensado por Dios.
Otro claro ejemplo lo encontramos en la jirafa. Los evolucionistas afirman que la jirafa era un tipo de camélido que debido a que se desarrolló en zonas dónde las copas de los árboles eran altas, entonces con el tiempo fueron desarrollando cuellos largos para alcanzar las copas, hasta que por fin se convirtieron en una especia nueva y distinta, las jirafas. Sin embargo, esta es una apreciación superficial porque cuando analizamos detenidamente el diseño de la jirafa nos damos cuenta que no se trata de un cuello largo simplemente sino de una maravilla de la ingeniería biológica divina. El cerebro de la jirafa contiene una esponja. Esta esponja es vital para que la jirafa pueda agacharse y beber agua. Cuando la jirafa baja su largo cuello hacia el agua, un sistema de válvulas se pone en funcionamiento para cortar el paso de la sangre hacia el cerebro, de lo contrario el cerebro se dañaría por la presión de la sangre. Cuando la jirafa baja su cuello, la esponja de su cerebro se llena de sangre. Una vez que la jirafa terminó de beber el agua, levanta su cuello nuevamente, si el animal no tuviera esta esponja para proveer rápidamente de sangre al cerebro, al ponerse de pie nuevamente, sufriría  mareos o desmayos. Pero gracias a esta esponja no sufre ningún mareo lo que le permite escapar sin ningún tipo de problema casi en forma inmediata en caso de haber algún depredador cerca. Por lo tanto, vemos que el cuello de la jirafa no es meramente un cuello largo, sino que se trata de un animal que posee un complejo diseño, pensado y articulado detenidamente por Dios para hacer de la jirafa un animal con cualidades distintivas y particulares.
En todos los animales podemos ver al Gran Diseñador. Es imposible pensar que los animales con en toda su diversidad hayan surgido de la nada, por el mero devenir de circunstancias azarosas, sin ningún tipo de control o plan. Si tu vinieras por la calle y de repente encontraras una Ferrari en la calle, nunca se te ocurriría pensar que ese motor es producto del azar, o que esos colores y fino diseño se formaron por la combinación de un poco de viento y electricidad sumados a los elementos de la tierra ¡De ninguna manera! En verdad pensarías: Alguien diseñó este hermoso automóvil. Alguien planificó cada uno de sus componentes conectados unos con otros, que en su totalidad hacen que la Ferrari se convierta en una asombrosa maquina que alcanza grandes velocidades. Lamentablemente, aunque una simple articulación del dedo humano pone en ridículo a la más bella Ferrari, el corazón de los seres humanos se niega a ver al Padre Divino en su creación. Un sola articulación compuesta por células y tendones, músculos y huesos conectados al cerebro y sistema nervioso es incomparablemente superior a cualquier máquina que le hombre pueda fabricar.
Tristemente el pecado oscureció el corazón de los hombres para no ver la verdad. Te invito estimado lector a que veas a Dios en sus obras y reconozcas nuestro gran Padre y Creador que te pensó desde la eternidad para que vivas en este mundo asombroso y te ama profundamente.








martes, 4 de diciembre de 2012

LA CREACION

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día del reposo y lo santificó.(Exodo 20:12)

El séptimo día de la semana, fue apartado por Dios como conmemorativo de la creación del mundo. Era el plan de Dios que en este día el hombre pudiera contemplar las maravillas creadas por su Padre Celestial y fortalecer los vínculos de amor.
Charles Darwin, mentor de la teoría de la evolución, tiene una influencia enorme en el mundo científico de hoy en día. La mayoría de los biólogos, antropólogos y científicos en general aceptan la teoría de la evolución como una verdad incuestionable. Ellos piensan que el hombre y los animales surgieron de las formas más bajas de vida. Sin embargo, un estudio concienzudo del evolucionismo revela que es una teoría llena de errores y de presuposiciones que la convierten en una creencia casi religiosa, más que en una teoría basada en los hechos.
¿Cómo surgió la vida? es una pregunta a la cual los evolucionistas no pueden dar respuestas. Solamente pueden especular, diciendo que la vida surgió por ondas eléctricas que impactaron sobre los elementos inertes de la tierra y originaron la vida. Una especie de laboratorio de Frankestein natural que dio origen a la vida. Sin embargo, esto nunca sucede en la naturaleza.
En el mundo podemos ver que la vida proviene siempre de la vida. Tan sólo un ser vivo puede engendrar a otro ser vivo. Este principio fue descubierto por Pasteur cuando cubriendo herméticamente trozos de alimento, pudo constatar que no se formaban bacterias sobre la comida, entonces llegó a la conclusión que la vida provenía de una fuente exterior.
Todo ser vivo tiene un antecesor vivo. Si tomamos un ser humano como ejemplo y nos remontamos hacia el pasado vemos que este proviene de su padre, luego un abuelo, un bisabuelo, etc. Y si remontamos el estudio del árbol genealógico hasta 6 mil años atrás vemos que el Padre de todos los seres humanos es Dios. Por ello Aristóteles, sin conocer el relato bíblico, llamo a Dios la causa primera o la causa incausada. Todas las criaturas tienen una causa fuente, una causa de la cual provienen, pero Dios no tiene ninguna causa fuente porque El es la fuente de todas las cosas, Dios habita en la eternidad y sólo El trasciende el pasado y el futuro. Dios es el único ser vivo que no tiene otro ser vivo como antepasado. Por eso el es el SER.
Los seres vivos están formados de unos ladrillos fundamentales llamados aminoácidos. Estos aminoácidos nunca se forman espontáneamente en la naturaleza. Estos ladrillos consisten en cadenas complejas de carbono, oxígeno e hidrógeno. A pesar de ser la base de la vida nunca encontramos que un sencillo aminoácido se forme en un lago o en la tierra espontáneamente o como consecuencia de una lluvia ¿De dónde provienen estos pequeños ladrillos? Tienen un diseño, son funcionales y útiles para formar la vida.
En el siguiente escalón de la escalera de la vida encontramos a las proteínas. Las proteínas están compuestas por cientos y hasta miles de aminoácidos. Cada proteína cumple una función específica dentro del sistema celular de los seres vivos. Lo increíble es que si cambiáramos un solo aminoácido que conforma a una proteína, esta dejaría de ser útil y funcional, como si quitáramos un pequeño microchip que hace que un aparato funcione.
Pero podemos subir un escalón más y nos encontramos con la primera unidad viva: la célula. La célula es comparada con una ciudad compleja con sistema de cableado eléctrico, sistema de transportes, de tuberías de agua y gas, etc. El funcionamiento de la célula es maravilloso y constituye un desafío para el mundo científico. Hasta el momento con todos los avances tecnológicos, ningún científico ha podido reproducir una sola célula en su laboratorio. La célula con su membrana que posibilita la entrada de los elementos necesarios para su funcionamiento; la célula que tiene en las mitocóndrias un sistema enérgetico inigualable, ningún motor humano es tan eficiente y perfecto como la mitocondria; La célula en cuyo núcleo encontramos el ADN, una enciclopedia de 600 tomos que contiene el diseño de cada uno de los órganos del cuerpo humano.
Si el lector aún no está conforme, podemos subir otro escalón y nos encontramos con los tejidos, músculos y órganos. Podemos analizar uno en particular: el ojo ¿Cómo es que una cámara de videos biológica sin igual se forma de la nada? Es absolutamente imposible. El ojo humano, con todos sus componente no encuentra par en el mundo de la ciencia moderna. El ojo humano cuyo nervio óptico lo conecta a una super computadora: el cerebro, un procesador capaz de realizar funciones únicas.
En el cuerpo humano podemos encontrar un diseño perfecto. Todo diseño revela la existencia de un diseñador. Si viéramos una Ferrari en la calle, aunque su diseñador no estuviera en el lugar, nadie dudaría que este artefacto maravilloso fue pensado, diseñado y fabricado siguiendo reglas y aplicando conocimientos científicos ¿No hay conocimiento científico en el cuerpo humano que pone en ridículo a toda la ciencia moderna? Para que el ojo pueda ver, tiene que estar conectado a un cerebro, que a su vez recibe su energía del sistema estomacal y del sistema cardiovascular, que además alimentan todos los músculos del cuerpo humano y cada uno de sus órganos.
En definitiva, si analizamos sin prejuicios el asombroso diseño de la vida llegamos a la inevitable conclusión de que existe un Diseñador sumamente inteligente, que conoce los secretos más profundos de la ciencia. Dios, el gran Creador, es el único que puede haber originado todo el universo. Tan sólo un Ser con una mente que trasciende el tiempo y el espacio puede haber pensado y puesto por obra el Universo con todos sus componentes y la vida que lo puebla.
 La teoría de la evolución es falsa. Ella fue creada por mentes que pretendían sacar a Dios del corazón humano. Esta teoría ha despojado al hombre de su filiación divina ¡Cuán diferente es el comportamiento de los hombres cuando se saben hijos de Dios! Pero el hombre hoy siente que es un animal más, producto del azar y de un proceso descontrolado,  frio. La verdad es que cada ser humano, fue pensado, diseñado y creado por un Dios lleno de amor y compasión


















lunes, 19 de noviembre de 2012

El segundo mandamiento, una adoración espiritual


No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen,  Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos. (Exodo 20:4-6)
En el libro de Éxodo de la Biblia encontramos los diez mandamientos. En el segundo mandamiento Dios prohíbe la adoración por medio de imágenes o estatuas. Este no se encuentra en los catecismos populares de la iglesia de Roma, fue suprimido. Cuando Constantino se convirtió al cristianismo a partir del año 312 DC comenzó a operarse en la iglesia romana una fusión entre el paganismo y el cristianismo. Dentro del paganismo romano se adoraba a diversos dioses todos ellos representados en estatuas. Para poder lograr que la religión se volviera popular y alcanzara a las masas, los sacerdotes cristianos fueron adoptando doctrinas falsas para lograr que el cristianismo se convirtiera en una religión popular, fácilmente aceptable para la mayoría de la gente. Fue así que se cometió el innombrable delito de cambiar la ley de Dios. Se cambiaron los diez mandamientos conforme habían sido entregados por Dios mismo a Moisés en el monte de Sinaí, tan sólo para conformar al pueblo.
El segundo mandamiento prohíbe la adoración por medio de imágenes. Comúnmente se cree que las estatuas son sólo un recordatorio y que en realidad no se está reverenciando a la estatua misma sino a la persona representada en la estatua. Pero al prender velas a la estatua, tocarle o besarle los pies y  arrodillarse delante de la imagen, sin duda alguna, el adorador está rindiendo un tipo de reverencia religiosa, está adorando.
Dios es uno y es Espíritu, es imposible verlo o contemplarlo porque habita en luz inaccesible, nadie puede ver la magnificencia de su gloria o su belleza en toda su plenitud, mucho menos puede ser representado con técnicas humanas, por más dotado que sea el artista. Tratar de representar a Dios por medio de una imagen es imposible porque ningún hombre ha visto a Dios.
En la adoración de las imágenes de los santos, se traspasan dos mandamientos. Se viola el primer mandamiento que prohíbe adorar otro ser fuera del Señor Todopoderoso. El Señor nunca permitió que se adorara a los santos, profetas o a la Virgen, de manera tal que el culto que se la rinde a estas personas, aunque hayan vivido vidas de santidad, está prohibido por la ley de Dios. Pero, por otro lado, también se infringe el segundo mandamiento que en sí mismo prohíbe la adoración por medio de imágenes, cualquiera sea la persona o cosa representada por medio de la imagen.
La Biblia dice que Dios es Espíritu. Esta cualidad de Dios le permite estar en todo el universo al mismo tiempo. Existen facetas de Dios sumamente difíciles de comprender para la mente finita del ser humano ¿Cómo puede ser que Dios conozca todas las cosas? No solamente conoce todas las cosas sino que la tierra con cada uno de sus elementos fue diseñada, planificada y creada por Dios. El Señor Todopoderoso escudriña los abismos y conoce las fuentes del mar. Cada mañana, por la palabra de Dios, el alba toma su lugar para inundar con su luz el firmamento y dar comienzo a una nueva jornada. Dios conoce los secretos de la muerte y le son descubiertos los secretos de la sombra de muerte. El vasto océano permanece en su lugar porque Dios dictaminó su decreto sobre él y le puso límite al orgullo de sus olas. El conoce los períodos y procesos de gestación de cada uno de los animales del planeta tierra y a todos llama por sus nombres. Dios es un ser absolutamente inigualable en conocimiento, poder y sabiduría, no existe ningún ser, fuera de su Hijo único, que sea igualable a Dios.
Dios estableció el segundo mandamiento para impedir que el ser humano limitara su adoración, que la circunscribiera a un lugar específico por medio de una imagen de yeso. La adoración por medio de imágenes impide que el espíritu del hombre se eleve y se conecte con el Espíritu de Dios en el reino de los cielos.
Jesús dijo que el hombre debía orar en lo secreto de su habitación porque Dios oía la oración hecha en secreto para recompensar en público. Es decir que para hablar con nuestro Padre y abrirle el corazón no necesitamos de ningún elemento físico, de ninguna imágen porque el Espíritu del Señor atraviesa toda la creación y puede comunicarse con nosotros aunque nos encontremos en el más profundo de los abismos o en la más alta montaña.
Por medio de la adoración genuina en espíritu el hombre contempla a Jesús y de esta forma viene a ser perfeccionado ya que  el hombre imita lo que contempla. La adoración en espíritu ennoblece el carácter y  comunica las cualidades del Espíritu de Cristo. Como el sello imprime su forma sobre la cera, así Dios imprime su carácter sobre los verdaderos adoradores que adoran en espíritu y en verdad.
En cambio, la adoración por medio de imágenes es limitada, el hombre deja de tomar conciencia de la omnipresencia de Dios. No puede entender que el Invisible acompaña cada uno de sus pasos, escucha cada palabra y considera cada uno de sus actos. La mente se acostumbra a una adoración sin altura. Por el otro lado, quien adora genuinamente en espíritu, con el tiempo desarrolla la conciencia de la presencia permanente del Señor y hace del Invisible su compañero constante y guía fiel.
Dios no desea un vínculo debilitado por una adoración parcial. Por el contrario el Señor desea un vínculo fuerte y cabal. Dios no desea sólo una parte de sus hijos, que sus hijos lo limiten y le den un lugar específico de alabanza, contemplación y adoración, El desea que la comunicación sea permanente y fluida, sin límites ni restricciones porque Dios nos ama inigualablemente, así también pide de nosotros un amor incondicional, que no tenga barreras de yeso, bronce, oro o plata.

jueves, 8 de noviembre de 2012

El primer mandamiento. La adoración verdadera


Yo soy el Señor tu Dios que te saqué de Egipto de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí (Exodo 20:3,4)

Este es el primero de los diez mandamientos contenidos en las Sagradas escrituras. Ellos fueron entregados a Moisés en el monte de Sinaí en el año 1400 AC aproximadamente. No es el primer mandamiento que se encuentra en los catecismos populares, pues estos fueron cambiados durante el siglo 3 DC. Sin embargo, en la Biblia podemos encontrar los diez mandamientos tal cual fueron comunicados al pueblo de Israel hace 3400 años.

Los diez mandamientos constituyen la base de la conducta cristiana, mediante su cumplimiento el ser humano llega a desarrollar todas sus potencialidades y finalmente alcanza la verdadera felicidad. Una vida ordenada por los mandamientos de Dios se desarrolla cabalmente y permite el desarrollo, no solo de la propia individualidad sino también de la vida del resto de los miembros de la sociedad.

El primer mandamiento prohíbe tener dioses fuera del Señor. En el mundo antiguo los pueblos paganos tenían gran cantidad de dioses, cada uno con cualidades propias y rasgos de personalidad particulares. Estos dioses en la mayoría de los casos participaban de las cualidades particularesde la humanidad, eran iracundos, borrachos, glotones o adúlteros. Mientras que el Dios de Israel, el Dios verdadero es Santo, misericordioso y puro.

Tan sólo Dios puede ser el único objeto de adoración de sus criaturas. Sólo El es digno de recibir la gloria, honra y honor. No hay nada ni nadie que puedan compararse a Aquel que habita en la eternidad. Dios trasciende el pasado, el presente y el futuro, conoce el fin de las cosas desde el principio, no existe un solo átomo que no se encuentre bajo la dirección del Todopoderoso Omnisapiente. Dios es incomparablemente superior a cualquier ser inteligente que existe en el Universo, la belleza de su Espíritu puede verse reflejada en toda su creación, la magnificencia del firmamento, la presencia imponente del océano, los frondosos bosques y las asombrosas junglas llenas de color y de vida constituyen sólo un pálido reflejo de la gloria de su Creador ¡Cómo no hemos de adorar a un Ser con estas cualidades! No alcanzarían todas los libros del universo para describir la magnificencia y belleza del Altísimo Dios.

Sólo Dios es fuente de amor y de vida. Al adorarlo sus criaturas lo contemplan y empiezan a reflejar su imagen en sus propias vidas. Dios pide la adoración de sus hijos, porque esta adoración perfecciona a sus criaturas. Cuando los seres humanos adoran al Dios verdadero sus espíritus se elevan y se funden con el Espíritu de Dios. Pero cuando los seres humanos adoran a dioses falsos se degradan y llegan a convertirse en su objeto de adoración. ¡Cuanto más terrible será la degradación de aquellos que adoran a cosas como el dinero!

El ser humano fue creado con una necesidad innata de adoración. Todos los hombres rinden culto a algo o a alguien. Están quienes adoran un equipo de fútbol, quienes adoran a una mujer o a un hombre ¡Incluso existen personas que adoran a la muerte y al Diablo!
En el nuevo testamento la adoración al Dios vivo  se renueva  en Jesucristo. Jesús dijo: “Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie va al Padre sino es por mí”. Además en el libro de hebreos Pablo expresa lo siguiente: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios.” (Hebreos 1:6)

Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne. El hijo de Dios, la imagen viva del Dios viviente vino a la tierra como un niño indefenso desde el vientre de la virgen María. Aquel que habita en la eternidad tomó forma humana. Este constituye el misterio más grande del universo. El Eterno que habita en luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver, se hizo visible en Jesús. Jesús es el pensamiento audible de Aquel que conoce todas las cosas desde el principio. El Hijo de Dios es el punto de conexión más asombroso que existe entre lo infinito y lo finito.

Debido a este misterio incompresible para cualquier mente 
humana la adoración a partir del nacimiento de Cristo toma un nuevo cauce que se canaliza a través de Jesucristo. Jesús ahora es el conducto de adoración a Dios. Por ello Jesús dijo también yo soy la puerta por la que entran y salen las ovejas. También dijo yo soy la escalera por la que suben y bajan los ángeles. Entonces Jesús es un camino, es una puerta es una escalera, es un vínculo.

En Jesús el Invisible se hizo visible, se acercó como nunca antes a la humanidad y no sólo esto sino que además nos dio a conocer los misterios ocultos desde tiempos inmemoriales. Jesús reveló la voluntad más profunda de Dios y en Cristo podemos entender el inmenso amor y bondad del Altísimo. En Cristo Jesús vemos la magnanimidad del Padre, su justicia perfecta que se combina con tierna bondad. En el Mesías encontramos el gran ejemplo que debe seguir todo hombre para agradar a Dios, El es el hermano mayor de todos los seres humanos, pues gracias a su vida todos nosotros tenemos una estrella norte que indica el rumbo a seguir.

Cuando Jesús hacía milagros la gente lo reverenciaba y lo adoraba. Conociendo Cristo su origen divino nunca prohibió a nadie que lo adorara. Jesús sabía que adorarlo no constituía una infracción al primer mandamiento. Si Jesús no hubiera sido el Padre encarnado, entonces adorarlo hubiera sido pecado porque Cristo hubiera sido un dios ajeno. Pero la armonía y perfección del plan que Dios ingenió para salvar al hombre no encuentra ninguna contradicción. Todo está perfectamente calculado y la adoración a Cristo está perfectamente articulada con la adoración al Padre celestial porque son una y la misma persona.

Mediante la contemplación y adoración del Hijo de Dios, todo ser humano se eleva y comienza a fundir su mente y espíritu con Aquel que es la imagen perfecta de Dios que contiene todos los misterios del universo. El hombre que se llega a Dios por medio de Jesús encuentra el conducto verdadero hacia la fuente de misericordia, paz y amor.
















miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL ARREPENTIMIENTO


Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:37,38)

Los judíos del tiempo de Jesús estaban asombrados por el poder de los apóstoles. Luego de la partida de Jesús y la venida del Espíritu Santo los apóstoles habían realizado grandes milagros y prodigios los cuales hicieron que toda la multitud se asombrara y temiera por haber crucificado al Mesías. Ante tal revelación, la gente empezó a preguntar a los apóstoles qué debían hacer para poder alcanzar el perdón de Dios y la salvación. Pedro les contestó que debían arrepentirse y bautizarse en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados.
En primer lugar, el arrepentimiento implica no sólo un reconocimiento del pecado, sino también un cambio de conducta. Mediante el arrepentimiento se reconoce la naturaleza destructiva del pecado que no sólo contamina la vida del pecador, sino también de todos los que lo rodean. Luego de reconocer la malignidad del pecado, el transgresor comienza una lucha por dejarlo atrás. El mensaje del evangelio incluye un mensaje de reeducación de aquellos cuyas vidas han sido manchadas por la transgresión. Esta educación constituye una preparación para el reino de los cielos.
Uno de los grandes problemas del hombre es aceptarse como pecador. Jesús reprendió la hipocresía de los fariseos, llamándolos sepulcros blanqueados. Estos hombres hacían alarde de su justicia humana imperfecta, creían en su interior que eran excelentes personas y, por otro lado, prescindían de la justicia y perfección de Dios.
Jesús les remarcaba a los fariseos, que las rameras y los publicanos los antecedían en el reino de los cielos. Los pecadores eran más aceptables para Dios que los fariseos porque ellos sentían más necesidad de la justicia de Dios que el resto de las personas. Las rameras y publicanos habían experimentado el rechazo de la sociedad y tenían plena conciencia de sus propias bajezas humanas. Muchos de ellos habían probado los placeres de esta vida y sus existencias habían perdido rumbo y sentido. Las rameras y los publicanos sabían que no eran buenos, ni aceptables para Dios o para los hombres. El hecho de reconocerse como pecadores los convertía en material más útil para el reino de los cielos que los mismos fariseos con toda su justicia superficial.
La presencia de Cristo en la vida de los pecadores constituía un bálsamo regenerador. Gracias a la necesidad de purificación que sentían sus manchados corazones abrían más fácilmente las puertas de sus vidas a la entrada del Espíritu Santo. La mansedumbre y la humildad son cualidades que hacen posible la presencia del Espíritu Santo en la vida de los pecadores.
El arrepentimiento difiere del remordimiento en que el primero conlleva una comprensión de la malignidad del pecado y un sentimiento de amargura por haber desobedecido a Dios. Por otro lado el remordimiento, es un sentimiento de pesar por las consecuencias del pecado, por el resultado amargo, pero no acarrea un deseo de cambio. La persona arrepentida desea cambiar su conducta y busca alcanzar todos los medios para lograrlo.
Juan el Bautista, el mensajero encargado de preparar el camino de Jesús, les decía a las personas que se hicieran frutos dignos de arrepentimiento porque el hacha estaba puesta a la raíz. Estos frutos de los cuales predicaba Juan, son los cambios que deben operarse en la vida del pecador. Alguna vez he escuchado a personas decir que confiesan los mismos pecados cada semana, como si la confesión en por sí misma fuera suficiente para completar el proceso de regeneración del hombre. La confesión es el primer paso pero luego que se reconoce la malignidad del pecado, es necesario hacer esfuerzos decididos por dejarlo atrás, buscar una y otra forma de cambiar la conducta desviada.
El sabio Salomón dice que el justo cae siete veces, pero siete veces torna a levantarse. En nuestro andar diario los hombres se podemos caer en el pecado y Dios entiende nuestra condición, sabe que estamos hechos de polvo y nuestras flaquezas son, muchas veces, más fuertes que nosotros. Pero el justo torna a levantarse, no se conforma con el pecado, sino que lucha por salir de él.
Existe una diferencia entre los cerdos y los corderos. Mientras que los cerdos se deleitan en el lodo podrido, se revuelcan y se refrescan en la suciedad, los corderos por su parte, cuando caen en el barro inmediatamente luchan por salir de él. El lodo podrido representa al pecado, los cerdos son los pecadores que se deleitan en el pecado y los corderos son los hijos de Dios que luchan por salir del pecado cuando caen en él. Muchas personas, como los cerdos, disfrutan del pecado, a pesar de entender que es perjudicial para sus vidas y las del resto. Los  cerdos no se esfuerzan por cambiar sus conductas, antes son felices practicando el pecado. Existen muchas personas que se deleitan hablando mal de los demás, calumniando, otros disfrutan del robo o los homicidios, otros practican el adulterio como forma de vida. No luchan ni tienen intenciones de cambiar.
Para alcanzar la salvación es necesario aceptar que somos pecadores. Es necesario deponer el ego y toda soberbia para aceptar humildemente la necesidad de un Salvador. Quien no pecó no necesita de Jesús, ni de la cruz del calvario, porque su propia justicia ante sus ojos es suficiente. En cambio quién aceptó su condición de pecador, necesita desesperadamente de un Redentor y la cruz del calvario se convierte en una luz en las tinieblas que resplandece inigualablemente. La sangre de Jesús, para aquel que aceptó sus pecados, es preciosa porque entendió que fue derramada para expiar sus culpas.
 Las rameras y los publicanos entendían más cabalmente que el resto de las personas que Cristo había muerto por sus pecados, esto los llevaba a un arrepentimiento más genuino y completo. El cambio de vida en este tipo de personas era radical. Luego de que Jesús entraba en sus vidas, no eran los mismos. Se comportaban de otra forma, buscando la santidad; se vestían de otra forma con pulcritud dejando los atavíos viles del pecado; hablaban en forma pura y correcta al igual que su Maestro; sus ojos estaban llenos de misericordia hacia el pecador, habiendo ellos mismos experimentado la gran misericordia de Dios en sus propias vidas. Estaban arrepentidos de sus pecados.

lunes, 29 de octubre de 2012

CREER EN JESUCRISTO


Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. (Hechos 16:30,31)
Pablo y Silas estaban en la cárcel y luego de que ocurriera un milagro asombroso el carcelero tuvo la necesidad de saber que debía hacer para alcanzar la salvación. El carcelero sabía que algún día sería juzgado por Dios y se decidiría su destino. En Biblia se encuentra una afirmación categórica repetida en numerosos pasajes: todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, absolutamente todos los seres humanos rendirán cuenta en el día del juicio de lo que hicieron mientras estaban vivos.
En este juicio, por el que pasaremos todos, sólo podrán dictarse dos pronunciamientos, uno o el otro: La salvación eterna, en caso de haber sido aceptados por el tribunal; o la condenación perpetua, en caso de no llegar a reunir los méritos suficientes para alcanzar la salvación.
Todos los seres humanos son pecadores, sobre todos pesa una condenación ineludible. Cada ser humano lleva sobre sí la condena de muerte a causa de sus pecados. Tratar de lavarlos es imposible, pues el pecado constituye una mancha tan profunda que no puede ser limpiada con nada en este mundo.
Incluso en la tierra, conforme a las leyes humanas, hay ciertas acciones que acarrean consecuencias inevitables, son acciones que sólo pueden llevar una sola condena posible. Por ejemplo, quien haya cometido un asesinato intencional en la tierra no puede librarse de prisión pagando ni siquiera la suma más elevada, sólo cumplir con el encarcelamiento puede satisfacer la necesidad de justicia. De la misma forma sólo la muerte del pecador puede satisfacer la necesidad de justicia que acarrea el pecado.
La condenación del infierno no consiste en una tortura interminable que durará por los siglos. Esto haría de Dios un juez inexorable que paga con ilimitada dureza un pecado que se cometió en una vida finita, con consecuencias finitas. No, de ninguna forma esto puede ser así. En realidad, la condenación que pesa sobre los seres humanos es de naturaleza limitada. El castigo de los perdidos consistirá en la muerte eterna. Ellos perderán su vida para siempre y entrarán en un estado de inconciencia perpetua, nunca más volverán a sentir nada, ni experimentarán dolor o placer, ni dicha ni tristeza. Los condenados no serán torturados por toda la eternidad sin fin. Sin embargo, luego de haber sido castigados conforme a sus acciones, perderán su vida, dejarán de ser, satisfaciendo de esta forma, la necesidad universal de justicia. Esta condenación será llevada por quienes no hayan aprendido el valor de la vida, por quienes no tengan un carácter idóneo, apto para la vida pacífica, armoniosa y en comunión con el resto de los seres vivos, ellos nunca serían felices en el reino de los cielos.
Viendo el juicio venidero el carcelero de Pablo le preguntó acerca de lo que tenía que hacer para ganar la vida eterna. Pablo contesto con lo imprescindible: Creer en el nombre de Jesús.
Creer en Jesús significa creer en el Hijo de Dios. En el sustituto de nuestros pecados ¿Cómo puede ser que el solo hecho de creer libere al homicida, al ladrón o al adultero de su condena? Aunque parezca increíble la fe en Jesús salva al creyente porque la condena que pesaba sobre el pecador es llevada por aquel que nunca pecó. De esta forma la pureza y justicia de Jesucristo son otorgadas al creyente y sus pecados son depositados en forma misteriosa en la cruz del calvario.
Al creer aceptamos el sacrificio del Mesías. Esta profesión de fe en el Hijo de Dios implica que el pecador acepta su condición deplorable y por ende que es merecedor de la pena de muerte. Acepta que el pecado es un elemento destructivo en su vida y la vida del resto de los humanos. Al aceptar al pecado como elemento destructivo de la humanidad, al mismo tiempo acepta la justicia de Dios y sus mandamientos como necesarios para lograr la armoniosa convivencia de los seres vivos. De esta forma se aceptamos que la ley de Dios es justa y buena y nosotros andábamos por caminos errados cuando vivíamos en nuestros pecados.
La cruz de Cristo es central en la historia de la humanidad. Sin duda alguna, por más que en el mundo existan millones de personas no cristianas, es indiscutible que la vida, muerte y resurrección de Cristo marcan un punto de inflexión en donde todo el curso de la historia de los hombres cambió radicalmente.
La fe en el Hijo de Dios comunica salvación no solamente al creyente sino también a todos los miembros de su familia. El creyente se convierte en un punto de conexión con la sangre redentora por la cual todos pueden llegarse al trono de la gracia para alcanzar salvación. Dios te llama a creer. La fe es un don de Dios, que puede pedirse con humildad, entonces como el grano de mostaza, la fe llegará a convertirse en un gran árbol en la vida del creyente, en el árbol de la vida eterna.






viernes, 26 de octubre de 2012

LA LAMPARA DEL CUERPO

La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? (Mateo 6:22,23)
Nuestro cuerpo se nutre de los alimentos que ingresan por nuestra boca. Nuestro espíritu se alimenta principalmente de las enseñanzas que entran por nuestros oídos. Así también, nuestra mente se alimenta de la información que entra por nuestros ojos.
Jesús nos enseña que los ojos son la lámpara del cuerpo, porque constituyen una de las principales avenidas del alma. Así como una computadora puede operar con diferentes funciones de acuerdo con los programas que le se le carguen, de la misma forma nuestra mente tiene un funcionamiento determinable por la información que entra por nuestros sentidos.
En la actualidad, las personas se niegan a emitir juicios de valor sobre las cosas que se transmiten por los medios masivos de comunicación. Algunos que levantan la bandera de la libertad de expresión, terminan cayendo en libertinaje de expresión. Toda libertad bien entendida requiere límites, así mismo, un límite requiere de un juicio de valor previo para saber dónde colocarlo. Lamentablemente sucede que las personas creen que las sociedades civilizadas deben ser amorales. Creen que una sociedad es más progresista si abarca la mayor cantidad de pensamientos e ideologías posibles. Los sistemas de legislación pretenden evitar todo juicio de valor en cuanto lo bueno y lo malo de la programación televisiva, radial, de diarios y revistas.
 Los televidentes se convierten así en una especie de ente pasivo, sin voz ni voto, que no puede hacer un análisis crítico de lo que se consume por la televisión. Sexualidad superficial y sin compromiso, programación vacía de contenido ético y cultural, superficialidad en las relaciones interpersonales son las características principales de todos los programas que se transmiten diariamente por la televisión.
Es por medio de la contemplación que el ser humano llega a identificarse con algo o alguien. Mediante el análisis y conocimiento del objeto viene la proyección y la imitación. La proyección entendida como identificación con algo o alguien viene como consecuencia de un estudio que la mente realiza del objeto contemplado. Hay personas que se identifican con sus padres porque han sido su objeto de contemplación desde los años más tiernos de la infancia; otros tienen objetos de proyección menos nobles como un equipo de futbol, hay quienes se identifican con algún artista y tratan de imitarlo en su forma de hablar, de vestir o de cantar.
 Pero ¿Qué sucede cuando las personas contemplan bajeza y oscuridad? Hoy en día existe una gran variedad  de películas, música y literatura para programar nuestra mente. Me aterra pensar en los niños y adolescentes que se crían delante de los televisores consumiendo no sólo superficialidad, sino mansajes terribles cargados de violaciones, de homicidios, de robos y todo tipo de bajezas ¿Cuántos son los asesinos, ladrones, estafadores y violadores que son educados por la televisión? Pequeños niños que desde sus más tiernos años consumieron programas y películas en los cuales se les enseñaba la forma de perpetrar delitos, incluso las tretas más impensadas para escapar del brazo de la justicia. No es asombroso entonces que surjan personajes como aquél que cometió una masacre tratando de imitar al villano de Batman. Un hombre desequilibrado, producto de una sociedad enferma que inunda los medios de comunicación con basura.
Es necesario educar a nuestros jóvenes de manera tal que puedan controlar sus propensiones animales. Es de vital urgencia la necesidad de comunicar valores a nuestros niños y jóvenes, transmitir principios elevados que permitan a las discernir entre lo bueno y lo malo. Si el ojo es bueno todo el cuerpo estará lleno de luz, enseña el Maestro. Mediante la contemplación de cosas nobles, esperanzadoras y constructivas el hombre puede superarse y edificar un carácter fuerte ¡Contemplemos la cruz de Cristo! De manera tal que el carácter abnegado del Gran Maestro quede impreso en nuestra alma,  contemplemos su sacrificio y su amor por aquellos que estaban perdidos. Al mirar la cruz de Cristo, juntamente con él podremos crucificar el yo, y así vivir vidas más plenas que sean de útiles y productivas.
Pero si nuestro ojo está en tinieblas, las tendencias malas innatas del hombre se acentuarán. El hombre tiene por naturaleza propensión al pecado, si a esto le agregamos una mala alimentación mental, el estado del hombre se empeora y se vuelve un esclavo de sus propias concupiscencias ¡No alimentemos el mal de nuestros corazones! Antes busquemos la paz, la justicia y el amor, para que por medio de la contemplación de estos, algún día lleguemos a ver cara a cara a Jesús.



martes, 23 de octubre de 2012

FALSO TESTIMONIO


No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. (Éxodo 20:16)
El noveno mandamiento prohíbe hablar palabras mentirosas que dañen o perjudiquen a nuestros semejantes. En el siglo XXI este es uno de los mandamientos más pisoteados, en mundo postmoderno los paparazis descuartizan el honor de los famosos como si un día no fueran a dar cuenta de ello. Han proliferado todo tipo de programas de chimentos en los cuales se profieren las calumnias más descaradas, sin importar el bienestar o la integridad de la persona a la cual sin misericordia destruyen con sus mentiras. Con el sólo fin de tener la última noticia se transmiten los chismes más bajos y lamentablemente casi nadie se espanta de ello.
Cuando era niño recuerdo que sólo había uno sólo de estos degradantes programas “Indiscreciones” y mi abuela se enojaba mucho cuando me encontraba viéndolo en la televisión y me decía: “Maxi es muy feo cuando el varón es chismoso”. Hoy creo que es una cosa muy fea el que una persona hable de los demás, sea hombre o mujer y más aún cuando trabaja calumniando a los demás.
El honor y buen nombre de una persona constituyen bienes muy preciados para cualquiera. Ninguno quisiera estar en la boca de los demás o que se hablen de sus defectos, equivocaciones y errores. Este tipo de programas y revistas corroen la sociedad, aunque parecieran ser inocuos, causan grave daño no sólo a las personas que constituyen el blanco predilecto de los periodistas calumniadores, sino también a los consumidores, televidentes o lectores de revistas y programas de chimentos.
El hombre moderno pasa horas detrás del televisor, perdiendo el tiempo, mirando cómo se destruye el honor ajeno; viendo por la televisión como estos pseudo periodistas hacen un análisis de las vidas y defectos ajenos, haciendo alarde de profesionalismo, cuando de profesionales tienen muy poco. Este tipo de programas son una especie de droga que arranca a sus consumidores de la realidad para transportarlos a la sala de estar de los hogares de los famosos, como si fuera que por ver a través de la pantalla la intimidad de estas personas, de alguna forma esto les permitiera codearse con ellos y escapar de sus vidas diarias.
¿Cuántas cosas se pudieran hacer en las 7 horas semanales que se pierden con sólo ver una hora de estos degradantes programas por día? En 7 horas se pueden leer libros enteros, en 7 horas se pueden resolver muchos problemas postergados, en siete horas se pueden crear y recrear muchas cosas y relaciones.
El noveno mandamiento protege la integridad y el honor de nuestros semejantes. Pero también protege a la sociedad, que con el avance de este tipo de emisiones se ve cada vez más enferma y perjudicada. Hasta incluso los famosos pareciera ser que pierden muchas veces el respeto por sus propias esferas de intimidad y se sumergen en todo tipo de conflicto del cual rara vez salen ilesos.
En el antiguo Israel, cuando a un juez o sacerdote le traían algún asunto respecto de alguna persona, este debía indagar bien sobre el asunto, escuchando tanto al acusador cómo al acusado. No se permitían las calumnias livianas y Dios mandaba a que se investigara bien para que no se perjudicara a nadie por un juicio liviano e infundado
 Pocas personas rechazan un chisme cuando toca las puertas de su corazón simplemente porque se está hablando de otro y no de ellos mismos. Sucede que muchas veces escuchar acerca de los problemas y fracasos ajenos pareciera hacer menos dolorosos y difíciles nuestros propios problemas y fracasos. Pero lamentablemente ver los errores ajenos hace que no afrontemos nuestros propios pecados para resolverlos.
 El salmista escribió;
Escóndeme del consejo secreto de los malignos,
De la conspiración de los que hacen iniquidad,
Que afilan como espada su lengua;
Lanzan cual saeta suya, palabra amarga,
Para asaetear a escondidas al íntegro;
De repente lo asaetean, y no temen. (Salmos 64:3-4)

Ciertas personas afilan sus lenguas como espadas para dañar a su prójimo. Es decir, investigan acerca del error ajeno sólo para destruir a su presa, premeditan la iniquidad en contra del íntegro y en su corazón maquinan cómo mancharán el buen nombre ajeno.
Hoy en día el público no solamente está ávido por escuchar cómo se destrozan vidas ajenas en los programas de televisión y radio, sino además, si va acompañado con fotografías e imágenes mejor. Estos periodistas se alimentan de la vida de los famosos como si fueran una especie de parásito que vive de lo ajeno.
Todo periodista debiera tener como objetivo principal informar y edificar a la sociedad, pero estos falsos comunicadores, sólo desinforman y distraen a las masas de la misma forma en que el coliseo romano ponía en escena las más horribles matanzas de cristianos que eran arrojados a las fieras y el populacho se deleitaban viendo las masacres, de la misma forma estos comerciantes del dolor ajeno montan todo en espectáculo atroz a costa de la integridad de sus semejantes.
Sin duda alguna, Dios considera el honor como un bien muy preciado de sus hijos, tan importante como para incorporarlo entre los diez mandamientos que rigen la vida de los seres humanos. Pasar por alto y menospreciar este importante precepto, es un error muy común que contribuye a la decadencia moral y a la falta de amor, como lo gangrena todo pecado social se expande con rapidez hasta producir la muerte del cuerpo.

lunes, 22 de octubre de 2012

LA FE


Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.(Hebreos 11:6)
El conocimiento científico ha hecho una explosión impresionante en los dos últimos siglos. Junto con el surgimiento del Estado moderno, se produjo el entronzamiento de la razón como medida de todas las cosas. El hombre de nuestros días pretende dar explicaciones racionales y científicas a todo el mundo que lo rodea. Pero aunque las ciencias se hayan desarrollado en formas asombrosas, aún quedan insondables caminos por recorrer, pareciera ser que nunca el hombre podrá develar todos los misterios del universo. Cada respuesta que la ciencia da, arroja diez nuevas preguntas.
Un ejemplo de la maravillosa e inescrutable creación de Dios es el cuerpo humano. Aunque la medicina a empezado a decodificar el genoma humano, siguen surgiendo preguntas y más preguntas que no tienen respuestas. El problema está en que toda la creación incluyendo al cuerpo humano, provienen de las manos de Aquel que habita en la eternidad cuya sabiduría es inigualable y la profundidad de su sapiencia imposible de alcanzar.
Ante la vastedad del conocimiento y la imposibilidad de abarcarlo y entenderlo todo, Dios nos pide que tengamos fe. Así como los niños se toman de la mano de su padre porque confían, aunque no conocen el camino, confían en su progenitores. Así es que, sólo el Eterno conoce todos los misterios de la ciencia y el conocimiento y sólo El tiene todas las respuestas. Para los seres humanos, siempre habrá cosas nuevas por conocer e investigar y nunca podrán soltar la mano de su Creador para avanzar en el camino de la vida.
Cualquier rama del conocimiento científico debe aferrarse a dogmas para poder avanzar en sus investigaciones. Un dogma es una presuposición no demostrable, es un juicio humano. Se tratan de presupuestos que no pueden conocerse por la observación. Muchos de los presupuestos de la ciencia tienen incluso un tinte casi religioso. El origen de la vida es un misterio, al cual los científicos para poder explicarlo, deben acudir a presuposiciones que más tienen que ver con la fe que con la ciencia. Decir por ejemplo, como pretenden los evolucionistas, que la vida se formó de la nada es una declaración de fe no científica, porque en el mundo de los fenómenos observables la vida jamás surge de la nada. Todos los seres vivos están compuestos de aminoácidos, estos nunca se forman de la nada. A su vez, los aminoácidos se encadenan para formar proteínas que tampoco se enlazan solas. Y por último, que debiéramos decir de la célula, la unidad de vida más pequeña ¿Alguien vio alguna vez una sola y diminuta célula surgir de la tierra, de la nada? No, nadie jamás vio una sola célula surgir de la nada. En conclusión, aún la ciencia debe aceptar presupuestos que no pueden ser observados y estudiados en el mundo de los fenómenos visibles.
Por todo lo antes dicho, creer en Dios y en las enseñanzas de su Palabra termina siendo una cuestión de elección y no una cuestión de conocimiento o de sabiduría. Es una elección que puede hacer el mas pobre e indocto de los hombres, como el más instruido  y encumbrado también. Grandes científicos a lo largo de la historia eligieron creer, Isaac Newton y Albert Einstein por sólo nombrar algunos. El conocimiento científico jamás ha sido un obstáculo para la fe. Al contrario, cuando el conocimiento científico está encauzado por la fe, termina por siendo más revelador que despojado de esta.
Antes de realizar un milagro o una sanación Jesús preguntaba "¿Crees?" No importaba que fuera rico o pobre, instruido o no, sólo tenía que creer, porque la fe constituye siempre una elección. Algunas personas pretenden dar respuestas científicas, y demostrables a los milagros de la Biblia. Algunos quieren explicar la apertura del Mar Rojo con un maremoto; otros quieren explicar la multiplicación de los panes y los peces con una mera redistribución del alimento. Pero es imposible tratar de dar explicaciones demostrables científicamente a cada uno de los milagros descriptos en la Biblia ¿Cómo explicar los leprosos sanados, o los ciegos que volvían a ver, o los mudos que volvían a hablar, los sordos que escuchaban de nuevo?¿Cómo explicar las resurrecciones de los muertos o la ascensión de Jesús al reino de los cielos?
En conclusión existen cosas que sólo pueden aceptarse por fe y cómo antes dije, la fe no tiene que ver con la necedad o la falta de conocimiento o instrucción, ya que muchas personas muy inteligentes e instruidas elijen cada día creer en Dios y en los milagros de la Biblia. Reconocidos universitarios y científicos en toda la redondez de la tierra eligen creer. Simplemente tienen fe.
Aquellos que alcancen la vida eterna podrán maravillarse por los siglos de los siglos, en toda arte y ciencia podrán indagar conociendo año tras año un poco más la asombrosa mente del Señor y toda la obra que salió de sus manos. Conoceremos y aprenderemos como niños directamente del Gran Arquitecto y Creador de todas las cosas.
Todo el que se acerca a Dios, debe hacerlo con la fe de los niños creyendo en su Palabra, por más que el mundo trate de demostrar lo contrario, sólo por medio de la fe se puede acceder a la verdadera sabiduría y las puertas del reino de los cielos quedan abiertas para entrar en la presencia del Gran Maestro. La fe es la llave que abre la puerta de los misterios del universo, sin ella es imposible agradar a Dios. Llegará el día en el cual Dios recompensará abundantemente a quienes hayan ejercido la fe de los niños y hayan esperado pacientemente sin vacilar el galardón prometido.



miércoles, 17 de octubre de 2012

Una hoja en blanco

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 de Corintios 5:17)

¿Alguna vez tuviste el deseo de empezar de nuevo? ¿Soñaste con borrar todos tus errores? ¿Existe alguna equivocación que quisieras nunca haber cometido o alguna palabra que quisieras nunca haber hablado? ¿Qué darías por comenzar una hoja en blanco?
Quizás te encuentras encasillado en un lugar donde no quieres estar. La gente te conoce de una forma determinada y cuando quieres cambiar se burlan. Muchas personas le temen al cambio ya sean buenos o malos, no importa, sólo quieren que las cosas permanezcan como estan. Pero la Biblia nos dice que podemos cambiar, que podemos empezar de nuevo y vivir una vida restaurada.
No es necesario encasillarte, porque nunca es tarde para hacer lo correcto, nunca es tarde para cambiar las pequeñas actitudes de cada día. Nuestras actitudes forman nuestros hábitos y nuestros hábitos forman el carácter. En definitiva es tu vida, nadie más puede saber cómo administrarla mejor.
Jesucristo murió para que sus hijos tuvieran una segunda oportunidad, Jesús fue crucificado para que no te aferres a un pasado manchado por el pecado. Él derramó su sangre para limpiar todas tus faltas y puede purificar tu mente y espíritu y dejarlos blancos como la nieve.
Dios es el gran restaurador. Si se rompiera el motor de tu auto, lo mejor sería llevarlo al fabricante para que arregle la pieza rota. En primer lugar, sabrá encontrar la avería, en segundo conoce las partes de tu auto y tercero tiene las herramientas para arreglarlo. De la misma forma Dios es nuestro Creador, el conoce exactamente cuál es el problema de tu vida y tiene la forma de arreglarlo. Cuando Dios arregla tu vida puedes sentir que eres una nueva criatura, el pasado queda atrás y no solamente el pasado queda atrás sino también la vergüenza del pasado queda clavada en la cruz de Cristo. El Hijo de Dios sufrió una muerte terrible, luego de torturas humillantes, y sintió vergüenza porque llevó la vergüenza de nuestros pecados.
En respuesta a ese amor tan grande, al mirar la cruz de Cristo nuestros corazones deberían conmoverse y  buscar obedecer al Señor que dejó todo para que nuestras vidas arruinadas sean arregladas. Muchas personas no sienten la necesidad de empezar de nuevo. El Diablo engañó a los tales, les hizo creer que son demasiado buenos y hermosos para querer empezar de nuevo o que están llenos de cualidades extraordinarias como para encontrar algo obscuro en sus corazones. Aquí reside el peligro de la belleza exterior y de otros engaños como el dinero o la fama. Muchas personas bellas encuentran aceptación en el mundo sólo por su belleza, lo cual les impide hacer una análisis de sus defectos interiores, confesarlos y cambiarlos. Aunque todo ser humano es una preciosa criatura de Dios, lo cierto es que somos una raza manchada por el pecado; en el corazón de todo hombre se pueden encontrar zonas corruptas que necesitan ser restauradas. No importa lo bello de tu apariencia exterior, ni tampoco la cantidad de dinero que tengas en el bolsillo, lo cierto es que necesitas limpiar tu interior y renovarte.
Jesús decía que lo peor de este mundo iba a la delantera en el reino de los cielos. Para las rameras y lo pecadores la presencia de Jesús era un bálsamo vivificante, ellos habían experimentado el rechazo del mundo y habían visto su propia naturaleza depravada. Esto hacía que los pecadores fueran terreno fértil para el evangelio de restauración de Cristo. Ellos sentían la sed de Jesús, ellos querían dejar pasar al Maestro a sus casas y a sus vidas para empezar de nuevo. Cristo les ofrecía una hoja en blanco, porque la sangre de Jesús puede limpiar lo más oscuro de cualquier pecado.
Sin embargo, no es necesario que pruebes el pecado para entender que necesitas de Jesús, pero sí  es imprescindible que dejes entrar a la Luz del mundo a tu vida. Dios iluminará todo punto obscuro y entenderás cuales son las cosas que debes dejar atrás para convertirte en una criatura nueva. Entonces podrás gozar de una vida limpia y renovada, llena de gozo en compañía del Espíritu de Dios. Serás una nueva criatura.
Maximiliano Juarez
www.meditacion7.blogspot.com

martes, 16 de octubre de 2012

LA PESCA MILAGROSA


Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. (Lucas 5:4, 5, 6)

Toda la noche Pedro y los apóstoles habían tratado de sacar peces del agua. Y aunque habían estado trabajando duramente, todos sus esfuerzos habían sido infructuosos. En la vida muchas veces vemos que nuestros esfuerzos no producen la cantidad de fruto que debieran y la dura batalla diaria no arroja los resultados esperados.
Día tras día salimos a la calle para buscar el pan y lo necesario para el cuerpo y pareciera ser que nunca es suficiente, pareciera ser que siempre falta algo por hacer. Pasan los años, el tiempo transcurre y cada año el trabajo no disminuye.
Pedro había intentado pescar durante la noche, pero había fracasado. En la orilla encontró a Jesús y decidió obedecer a la Palabra de Cristo, que le había ordenado que entrara nuevamente al mar para echar las redes. La primera reacción de Pedro fue de escepticismo, su corazón todavía estaba desanimado por el rotundo fracaso que habían tenido. Después de todo, la barca seguía siendo la misma, el mar seguía siendo el mismo y los pescadores también eran los mismos.
Muchas veces la gente se acostumbra al fracaso, y creen que nunca vencerán, creen que el fracaso es una carga que nunca podrán dejar atrás. De esta forma, el constante fracaso lleva a la depresión y abatimiento de corazón. Cuando nos acostumbramos a la derrota, esto impide que podamos ver la victoria final y entonces empezamos a vivir una vida de permanente desánimo y tristeza.
Existe mucha sabiduría en el siguiente adagio: “si quieres resultados diferentes, no sigas haciendo lo mismo”. Muchas veces caemos en la derrota permanente porque no buscamos soluciones nuevas, distintas, nos encerramos en nuestra forma de ser y no innovamos. Pareciera que solo existe una oportunidad de lograr el éxito, pero para nuestra desgracia esa oportunidad pasó hace años. Esto es un engaño, pues cada día se renueva la misericordia de Dios y la mañana trae consigo nuevas oportunidades de arrojar las redes al mar en el nombre de Jesús.
No es necesario esperar la oportunidad de tu vida, puedes hacerla, puedes buscarla. Jesús dice “el que busca encuentra, al que toca se le abre”. Junto con el sol del amanecer se renuevan las oportunidades de vencer, cada día podemos comenzar de nuevo la batalla para alcanzar la victoria; cada mañana podemos intentar resolver ese problema que parece imposible de resolver.
Pedro decidió hacer lo mejor, al obedecer la voz de Jesús. Todo hombre derrotado puede acudir a Aquel que no pierde batalla. Cuando nuestras manos desgarradas por tanto sacar redes vacías podemos acudir al Maestro. El Creador del universo conoce el mar, sabe donde están los peces y sabe cuál es la solución exacta para tus problemas.
Al echar las redes al mar en el nombre de Jesús estas saldrán henchidas de peces. En el poder de Dios, actuando juntamente con el factor humano, se encuentra la solución para todos los problemas. Dios nunca fue derrotado, ni puede ser derrotado, cuando no alcanzamos la victoria es porque no acudimos al Todopoderoso. Cuando no encontramos la respuesta adecuada es porque no preguntamos al Omnisapiente.
Dios quiere que tus redes estén llenas de peces, para que puedas alimentar a todos los que te rodean y así la gente pueda ver el poder de Jesús obrando a través de tu trabajo. Escucha al Maestro y no pierdas la fe aunque tus derrotas hayan sido muchas, todavía tienes por delante la gran pesca milagrosa.

jueves, 11 de octubre de 2012

tus talentos


Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mat 25:23)
Dios se compara a sí mismo con un Señor que yéndose de viaje dejó a sus siervos talentos, para que estos, durante su partida, los hicieran producir.
Un talento equivalía a unos 59 kgs de plata. Era una gran cantidad de dinero que cada uno de los siervos debía administrar y hacerla fructificar. En la parábola a uno se le entrega 5 talentos, a otro 2 y al tercero  sólo un talento.
Aquel que tenía 5 talentos representa a aquellas personas que tienen dones espirituales y materiales en mayor cantidad que el resto. Dios les ha confiado más de dones porque entiende que son buenos administradores y pueden hacerlos producir.
Los dones confiados por Dios son de la más variada índole, pueden ser dones espirituales como la misericordia o la humildad, o el don de convencer y hablar o el don de escuchar y consolar. Pero también existen otros dones muy importantes que tienen que ver con nuestra vida cotidiana. Por ejemplo la influencia que tenemos sobre el resto es un don. El poder de influenciar al resto para bien o para mal es un talento conferido por Dios que debiera menospreciarse. Un carácter lleno de esperanza y de optimismo puede transmitir a los demás ganas de vivir y de salir adelante. Por el contrario, la influencia que proviene de una mente amargada tiene el poder de obscurecer todo su entorno y a las personas que llegan a su esfera de influencia. Siempre debemos tener esto en cuenta a la hora de relacionarnos con el resto de las personas, pues el ambiente que nos rodea, generalmente es aquel que nosotros colaboramos a crear. Una influencia tierna y comprensiva, llena de misericordia puede ablandar las durezas de las personas que llegan a su radio. Nunca debemos olvidar que nuestra influencia es algo que puede ser controlado y encauzado por el poder de la mente.
Otro talento muy importante que Dios nos dio es el tiempo. Nuestra vida es demasiado  corta, un día venimos y en un instante morimos, por ello el tiempo nunca debe malgastarse. Cada instante es precioso y debe aprovecharse al máximo. Nunca debiera ponerse la vista en el mañana porque esto hace que no concentremos nuestra atención en el presente. El tiempo debe usarse sabiamente para enriquecer nuestra personalidad y buscar la realización del espíritu. De esta manera, mediante la perfección que viene de una vida vivida en toda su plenitud, el hombre puede ser de mayor utilidad para los demás y colaborar con Dios en la obra de salvación. Nunca debiera dejarse la mente ociosa, pues demasiado tiempo libre trae a la mente pensamientos que llevan hacia el abatimiento y le depresión. La mente es comparable al gas natural, cuando está embasado y concentrado tiene poder para alimentar las llamas, pero cuando se disipa pierde todo poder de combustión. Cuando nuestra mente está concentrada puede encender la llama del espíritu en nuestras vidas.
El dinero es otro talento que Dios nos regaló y es uno de los talentos que se usa con mayor frecuencia en forma egoísta, en la utilización siempre se deben tener en cuenta las necesidades del resto de las personas. Este talento cobra mucha importancia en un mundo de marcadas desigualdades. A pesar de que el planeta Tierra tiene recursos suficientes para alimentar a todos sus habitantes, unas 35.000 personas mueren de hambre al día. Estas cifras son alarmantes y todas ellas son producto de la mala administración del dinero. Cada persona debe tener esto en cuenta y practicar economía y dadivosidad sabiendo que todos seremos juzgados por la administración que hayamos hecho de nuestros bienes.
El primer siervo entregó otros cinco talentos, además de los cinco que había recibido; el segundo entregó otros dos. Pero el tercer siervo, que había recibido sólo un talento, tuvo miedo de su Señor y enterró su talento. Cuando el Señor retornó no había hecho producir lo que se la había confiado. Lamentablemente muchas personas le temen al fracaso y viven pensando en la aprobación de los demás. Aunque siempre debiéramos planificar todo curso de acción,  la planificación debe llevarnos a la actividad, nunca a la pasividad. A la hora de planificar no debe focalizarse en los puntos en contra y en las carencias sino en los puntos fuertes que nos conduzcan a alcanzar la meta.
 El siervo malo, se comparó con los demás que tenían más dones y enterró el suyo. Fijó su mirada en las bendiciones del resto de los siervos, en lugar de ver la suya propia, que aunque era menor podría haberlo llevado a la victoria. Todos tenemos talento para alguna obra, por sencilla que sea, si somos diligentes siempre será de utilidad. Todo talento puede multiplicarse. Cada día se nos encomiendan diferentes tipos de tareas, grandes y pequeñas, estas pueden realizarse con amor y diligencia y ser una bendición. Incluso cruzar la calle y comprar frutas en la verdulería puede ser de bendición si entendemos que nuestra influencia puede alegrar nuestro entorno u obscurecerlo. Cada palabra que sale de nuestra boca puede ser para transmitir esperanza o por el contrario desaliento.
Los siervos que fueron diligentes recibieron su recompensa porque fueron fieles en lo poco, demostraron ser responsables y que podían administrar más talentos aún. Pero el siervo malo perdió el único talento que había recibido y para que se lo dieran al que tenía más.
¡Realicemos con gozo cada obra que se nos encomienda! Vivamos vidas llenas de amor, gozo y felicidad, sabiendo que tarde o temprano recibiremos la recompensa.

miércoles, 10 de octubre de 2012

LA GRAN RECOMPENSA


Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. (Colosenses 3:23,24)


La Palabra de Dios nos manda a hacer todas las cosas de corazón. Toda obra por pequeña que sea debe emprenderse con esmero y dedicación, aplicando todas nuestras destrezas, habilidades y ciencia para que obtener resultados óptimos. Todo empresa que se inicia sin el anhelo de metas elevadas termina por volverse tediosa y aburrida. Pero cuando el hombre pone todo su empeño,  dedicación y amor las tareas diarias terminan por convertirse en actividades que tienen el poder de recrear al alma que las realiza.
Una actividad que se realiza con amor, lejos de disminuir las fuerzas de quien la lleva a cabo, comunica nuevas fuerzas e inspiración para alcanzar objetivos cada vez más elevados.
Lo peor que le puede suceder a un hombre es proponerse objetivos bajos y alcanzarlos. Esto causa aburrimiento y la vida termina por tornarse gris e insípida. Pero quien confía en la mano poderosa de Dios siempre se fijará metas elevadas. El hombre debe tener sanas ambiciones que lo motiven a avanzar y realizar todas sus tareas con tesón y valentía.
 En la búsqueda de motivaciones pueden surgir muchas. El hombre puede visualizar en el horizonte todo tipo de objetivos que lo inspiren a avanzar decididamente. Sin embargo, el más noble de todos estos fines siempre será agradar al Señor, nuestro Padre y Creador. Dios es amor y ese amor puede verse reflejado en toda su creación. El Diseñador Celestial hace todas las cosas para que sus hijos puedan ser felices y merece ser honrado. Aunque el pecado proveniente del Diablo ha manchado la obra de Dios, aún puede distinguirse claramente la firma del Amante y Misericordioso en todas las cosas que nos ama profundamente. Servir a Dios debe ser la gran motivación del hombre.
Otro móvil del hombre, como lo expresa el apóstol Pablo, es la herencia de vida eterna que recibiremos de Dios. No existe ningún sueño, por elevado que sea que no vaya a concretarse cuando el Señor venga por segunda vez. Ninguno de los bienes y anhelos de esta vida puede compararse a la gran remuneración que Dios tiene preparada para aquellos que sean aprobados en la escuela de la vida. La mayor de todas las recompensas que el hombre pueda buscar, sin duda requiere esfuerzos decididos y firmes para alcanzarla, no es fácil pero el pago es inmensamente superior a cualquier esfuerzo que pueda hacerse en este mundo.
 ¿No trabaja el hombre para ganar un salario corruptible aquí en la Tierra? ¡Cuánto más debiera trabajar para ganar la vida eterna! Podremos ver al Señor en persona, al Rey del Universo y a todos sus hijos que vivieron durante toda la historia, y no solamente esto, sino también a todos los ángeles e hijos de otros mundos. Veremos cosas que ningún hombre ha imaginado jamás, cosas asombrosas, un viaje que ninguna moneda de la Tierra puede comprar. Solamente se debe servir al Señor con fervor, cada día, sin afanarse por el futuro, para terminar siendo herederos de la recompensa más grande con la que ningún hombre jamás soñó.

lunes, 8 de octubre de 2012

EL SENTIDO DE LA VIDA


Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos (San Juan 15: 12,13)

¿Alguna vez te preguntaste cual el sentido de la vida?
¿Qué objeto tiene nacer y existir en este mundo?
¿Qué finalidad tiene trabajar, afanarse, enfermarse y curarse para seguir viviendo y finalmente morir?
Quizás nunca te detuviste a pensar el sentido de la vida porque desde niño te enseñaron a correr para alcanzar tus metas, sin preguntarte cual era la finalidad de alcanzarlas.
Nacer, crecer, trabajar, formar una familia y finalmente morir ¿Todas estas cosas tienen sentido en sí mismas?
Todas estas cosas por sí mismas no tienen valor. En sí mismo el hecho de nacer y crecer, formar una familia y trabajar no garantizan que el hombre alcance la felicidad. Muchas personas tienen familia o hijos, con un buen trabajo, sin embargo sienten que sus vidas no tienen sentido.
Sólo una cosa puede otorgar sentido a la vida: El amor. Todas las cosas de la vida que se experimentan y se hace con amor cobran un sentido trascendental. Quien encontró el sentido a la vida, quien aprende a amar se siente realizado y pleno, se siente feliz.
 El amor es un objetivo sublime, trascendental, el amor va más allá de la muerte. El amor transmite un sentido divino a todo aquel que inspira. Es así que vinimos a este mundo para amar y ser amados.
En primer lugar, fuimos creados para amar a Dios y luego para amar a sus criaturas, nuestros hermanos y el resto de los seres de la creación.
Cuando amamos al Creador entonces establecemos un vínculo con la Fuente de la Vida. De Dios provienen todas las cosas inertes y animadas. Dios es la fuente de toda energía y vida.
En Dios toda la realidad cobra sentido, y el ser humano puede soñar con alcanzar metas ilimitadas. El Señor puede dar vida eterna a aquellos que buscan cumplir  sus sueños. No importa cuan elevadas sean las metas de los que aman a Dios, pues tomando la mano del Todopoderoso todo sueño es realizable.
 Dios puede colorear la vida de cualquier persona que no ve por delante más que un horizonte gris. Dios puede enseñarle a cualquiera de sus criaturas cual es el cometido que debe cumplir dentro de la gran familia humana. El gran Maestro tiene una tarea específica para cada uno de sus hijos, pero lamentablemente, perdemos el rumbo porque no buscamos a nuestro Guía.
Vivir con Dios hace que cada latido del corazón pueda ser un festejo, cuando Dios entra a la vida de un hombre, este entiende que el sol sale para iluminar su camino, y así disfrutar de la luz que ilumina las flores y calienta el aire que entra en sus pulmones, sólo para que sea feliz.
El hombre que está junto a Dios empieza  imitar el carácter de Dios, cuya naturaleza es abnegada y humilde. Dios ama entregar todo tipo de dádivas a sus hijos y compartir la felicidad con ellos. Entonces quienes siguen el camino de Dios aman la vida y aman compartir la vida con el resto de los seres humanos. Dios nos creó para que vivamos con los demás y cumplamos una función que sea de utilidad al resto. Toda obra cobra trascendencia cuando se hace para servir al Creador y a sus hijos.
El servicio a los demás comunica sentido a la vida. Jesús lleva el servicio al máximo y dice que el mayor amor de todos es poner la vida por los amigos, como él mismo puso la vida por todos nosotros.  Jesús murió por amor, se entregó para salvarnos ¿Cuántas veces nosotros no entregamos a los demás lo que debiéramos? Incluso nos cuesta entregar una sonrisa, una palabra de aliento, o simplemente tiempo para compartir con nuestros amigos.
El amor abnegado que se traduce en obras de servicio a los demás trae consigo una felicidad genuina y llena de paz. Vinimos para amar cumpliendo todo tipo de obras que sean para el bienestar del prójimo, en la realización de estas obras nos perfeccionamos a nosotros mismo y alcanzamos el máximo desarrollo de nuestro potencial y así vencemos a la muerte.