martes, 23 de octubre de 2012

FALSO TESTIMONIO


No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. (Éxodo 20:16)
El noveno mandamiento prohíbe hablar palabras mentirosas que dañen o perjudiquen a nuestros semejantes. En el siglo XXI este es uno de los mandamientos más pisoteados, en mundo postmoderno los paparazis descuartizan el honor de los famosos como si un día no fueran a dar cuenta de ello. Han proliferado todo tipo de programas de chimentos en los cuales se profieren las calumnias más descaradas, sin importar el bienestar o la integridad de la persona a la cual sin misericordia destruyen con sus mentiras. Con el sólo fin de tener la última noticia se transmiten los chismes más bajos y lamentablemente casi nadie se espanta de ello.
Cuando era niño recuerdo que sólo había uno sólo de estos degradantes programas “Indiscreciones” y mi abuela se enojaba mucho cuando me encontraba viéndolo en la televisión y me decía: “Maxi es muy feo cuando el varón es chismoso”. Hoy creo que es una cosa muy fea el que una persona hable de los demás, sea hombre o mujer y más aún cuando trabaja calumniando a los demás.
El honor y buen nombre de una persona constituyen bienes muy preciados para cualquiera. Ninguno quisiera estar en la boca de los demás o que se hablen de sus defectos, equivocaciones y errores. Este tipo de programas y revistas corroen la sociedad, aunque parecieran ser inocuos, causan grave daño no sólo a las personas que constituyen el blanco predilecto de los periodistas calumniadores, sino también a los consumidores, televidentes o lectores de revistas y programas de chimentos.
El hombre moderno pasa horas detrás del televisor, perdiendo el tiempo, mirando cómo se destruye el honor ajeno; viendo por la televisión como estos pseudo periodistas hacen un análisis de las vidas y defectos ajenos, haciendo alarde de profesionalismo, cuando de profesionales tienen muy poco. Este tipo de programas son una especie de droga que arranca a sus consumidores de la realidad para transportarlos a la sala de estar de los hogares de los famosos, como si fuera que por ver a través de la pantalla la intimidad de estas personas, de alguna forma esto les permitiera codearse con ellos y escapar de sus vidas diarias.
¿Cuántas cosas se pudieran hacer en las 7 horas semanales que se pierden con sólo ver una hora de estos degradantes programas por día? En 7 horas se pueden leer libros enteros, en 7 horas se pueden resolver muchos problemas postergados, en siete horas se pueden crear y recrear muchas cosas y relaciones.
El noveno mandamiento protege la integridad y el honor de nuestros semejantes. Pero también protege a la sociedad, que con el avance de este tipo de emisiones se ve cada vez más enferma y perjudicada. Hasta incluso los famosos pareciera ser que pierden muchas veces el respeto por sus propias esferas de intimidad y se sumergen en todo tipo de conflicto del cual rara vez salen ilesos.
En el antiguo Israel, cuando a un juez o sacerdote le traían algún asunto respecto de alguna persona, este debía indagar bien sobre el asunto, escuchando tanto al acusador cómo al acusado. No se permitían las calumnias livianas y Dios mandaba a que se investigara bien para que no se perjudicara a nadie por un juicio liviano e infundado
 Pocas personas rechazan un chisme cuando toca las puertas de su corazón simplemente porque se está hablando de otro y no de ellos mismos. Sucede que muchas veces escuchar acerca de los problemas y fracasos ajenos pareciera hacer menos dolorosos y difíciles nuestros propios problemas y fracasos. Pero lamentablemente ver los errores ajenos hace que no afrontemos nuestros propios pecados para resolverlos.
 El salmista escribió;
Escóndeme del consejo secreto de los malignos,
De la conspiración de los que hacen iniquidad,
Que afilan como espada su lengua;
Lanzan cual saeta suya, palabra amarga,
Para asaetear a escondidas al íntegro;
De repente lo asaetean, y no temen. (Salmos 64:3-4)

Ciertas personas afilan sus lenguas como espadas para dañar a su prójimo. Es decir, investigan acerca del error ajeno sólo para destruir a su presa, premeditan la iniquidad en contra del íntegro y en su corazón maquinan cómo mancharán el buen nombre ajeno.
Hoy en día el público no solamente está ávido por escuchar cómo se destrozan vidas ajenas en los programas de televisión y radio, sino además, si va acompañado con fotografías e imágenes mejor. Estos periodistas se alimentan de la vida de los famosos como si fueran una especie de parásito que vive de lo ajeno.
Todo periodista debiera tener como objetivo principal informar y edificar a la sociedad, pero estos falsos comunicadores, sólo desinforman y distraen a las masas de la misma forma en que el coliseo romano ponía en escena las más horribles matanzas de cristianos que eran arrojados a las fieras y el populacho se deleitaban viendo las masacres, de la misma forma estos comerciantes del dolor ajeno montan todo en espectáculo atroz a costa de la integridad de sus semejantes.
Sin duda alguna, Dios considera el honor como un bien muy preciado de sus hijos, tan importante como para incorporarlo entre los diez mandamientos que rigen la vida de los seres humanos. Pasar por alto y menospreciar este importante precepto, es un error muy común que contribuye a la decadencia moral y a la falta de amor, como lo gangrena todo pecado social se expande con rapidez hasta producir la muerte del cuerpo.

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