martes, 16 de octubre de 2012

LA PESCA MILAGROSA


Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. (Lucas 5:4, 5, 6)

Toda la noche Pedro y los apóstoles habían tratado de sacar peces del agua. Y aunque habían estado trabajando duramente, todos sus esfuerzos habían sido infructuosos. En la vida muchas veces vemos que nuestros esfuerzos no producen la cantidad de fruto que debieran y la dura batalla diaria no arroja los resultados esperados.
Día tras día salimos a la calle para buscar el pan y lo necesario para el cuerpo y pareciera ser que nunca es suficiente, pareciera ser que siempre falta algo por hacer. Pasan los años, el tiempo transcurre y cada año el trabajo no disminuye.
Pedro había intentado pescar durante la noche, pero había fracasado. En la orilla encontró a Jesús y decidió obedecer a la Palabra de Cristo, que le había ordenado que entrara nuevamente al mar para echar las redes. La primera reacción de Pedro fue de escepticismo, su corazón todavía estaba desanimado por el rotundo fracaso que habían tenido. Después de todo, la barca seguía siendo la misma, el mar seguía siendo el mismo y los pescadores también eran los mismos.
Muchas veces la gente se acostumbra al fracaso, y creen que nunca vencerán, creen que el fracaso es una carga que nunca podrán dejar atrás. De esta forma, el constante fracaso lleva a la depresión y abatimiento de corazón. Cuando nos acostumbramos a la derrota, esto impide que podamos ver la victoria final y entonces empezamos a vivir una vida de permanente desánimo y tristeza.
Existe mucha sabiduría en el siguiente adagio: “si quieres resultados diferentes, no sigas haciendo lo mismo”. Muchas veces caemos en la derrota permanente porque no buscamos soluciones nuevas, distintas, nos encerramos en nuestra forma de ser y no innovamos. Pareciera que solo existe una oportunidad de lograr el éxito, pero para nuestra desgracia esa oportunidad pasó hace años. Esto es un engaño, pues cada día se renueva la misericordia de Dios y la mañana trae consigo nuevas oportunidades de arrojar las redes al mar en el nombre de Jesús.
No es necesario esperar la oportunidad de tu vida, puedes hacerla, puedes buscarla. Jesús dice “el que busca encuentra, al que toca se le abre”. Junto con el sol del amanecer se renuevan las oportunidades de vencer, cada día podemos comenzar de nuevo la batalla para alcanzar la victoria; cada mañana podemos intentar resolver ese problema que parece imposible de resolver.
Pedro decidió hacer lo mejor, al obedecer la voz de Jesús. Todo hombre derrotado puede acudir a Aquel que no pierde batalla. Cuando nuestras manos desgarradas por tanto sacar redes vacías podemos acudir al Maestro. El Creador del universo conoce el mar, sabe donde están los peces y sabe cuál es la solución exacta para tus problemas.
Al echar las redes al mar en el nombre de Jesús estas saldrán henchidas de peces. En el poder de Dios, actuando juntamente con el factor humano, se encuentra la solución para todos los problemas. Dios nunca fue derrotado, ni puede ser derrotado, cuando no alcanzamos la victoria es porque no acudimos al Todopoderoso. Cuando no encontramos la respuesta adecuada es porque no preguntamos al Omnisapiente.
Dios quiere que tus redes estén llenas de peces, para que puedas alimentar a todos los que te rodean y así la gente pueda ver el poder de Jesús obrando a través de tu trabajo. Escucha al Maestro y no pierdas la fe aunque tus derrotas hayan sido muchas, todavía tienes por delante la gran pesca milagrosa.

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