jueves, 11 de octubre de 2012

tus talentos


Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mat 25:23)
Dios se compara a sí mismo con un Señor que yéndose de viaje dejó a sus siervos talentos, para que estos, durante su partida, los hicieran producir.
Un talento equivalía a unos 59 kgs de plata. Era una gran cantidad de dinero que cada uno de los siervos debía administrar y hacerla fructificar. En la parábola a uno se le entrega 5 talentos, a otro 2 y al tercero  sólo un talento.
Aquel que tenía 5 talentos representa a aquellas personas que tienen dones espirituales y materiales en mayor cantidad que el resto. Dios les ha confiado más de dones porque entiende que son buenos administradores y pueden hacerlos producir.
Los dones confiados por Dios son de la más variada índole, pueden ser dones espirituales como la misericordia o la humildad, o el don de convencer y hablar o el don de escuchar y consolar. Pero también existen otros dones muy importantes que tienen que ver con nuestra vida cotidiana. Por ejemplo la influencia que tenemos sobre el resto es un don. El poder de influenciar al resto para bien o para mal es un talento conferido por Dios que debiera menospreciarse. Un carácter lleno de esperanza y de optimismo puede transmitir a los demás ganas de vivir y de salir adelante. Por el contrario, la influencia que proviene de una mente amargada tiene el poder de obscurecer todo su entorno y a las personas que llegan a su esfera de influencia. Siempre debemos tener esto en cuenta a la hora de relacionarnos con el resto de las personas, pues el ambiente que nos rodea, generalmente es aquel que nosotros colaboramos a crear. Una influencia tierna y comprensiva, llena de misericordia puede ablandar las durezas de las personas que llegan a su radio. Nunca debemos olvidar que nuestra influencia es algo que puede ser controlado y encauzado por el poder de la mente.
Otro talento muy importante que Dios nos dio es el tiempo. Nuestra vida es demasiado  corta, un día venimos y en un instante morimos, por ello el tiempo nunca debe malgastarse. Cada instante es precioso y debe aprovecharse al máximo. Nunca debiera ponerse la vista en el mañana porque esto hace que no concentremos nuestra atención en el presente. El tiempo debe usarse sabiamente para enriquecer nuestra personalidad y buscar la realización del espíritu. De esta manera, mediante la perfección que viene de una vida vivida en toda su plenitud, el hombre puede ser de mayor utilidad para los demás y colaborar con Dios en la obra de salvación. Nunca debiera dejarse la mente ociosa, pues demasiado tiempo libre trae a la mente pensamientos que llevan hacia el abatimiento y le depresión. La mente es comparable al gas natural, cuando está embasado y concentrado tiene poder para alimentar las llamas, pero cuando se disipa pierde todo poder de combustión. Cuando nuestra mente está concentrada puede encender la llama del espíritu en nuestras vidas.
El dinero es otro talento que Dios nos regaló y es uno de los talentos que se usa con mayor frecuencia en forma egoísta, en la utilización siempre se deben tener en cuenta las necesidades del resto de las personas. Este talento cobra mucha importancia en un mundo de marcadas desigualdades. A pesar de que el planeta Tierra tiene recursos suficientes para alimentar a todos sus habitantes, unas 35.000 personas mueren de hambre al día. Estas cifras son alarmantes y todas ellas son producto de la mala administración del dinero. Cada persona debe tener esto en cuenta y practicar economía y dadivosidad sabiendo que todos seremos juzgados por la administración que hayamos hecho de nuestros bienes.
El primer siervo entregó otros cinco talentos, además de los cinco que había recibido; el segundo entregó otros dos. Pero el tercer siervo, que había recibido sólo un talento, tuvo miedo de su Señor y enterró su talento. Cuando el Señor retornó no había hecho producir lo que se la había confiado. Lamentablemente muchas personas le temen al fracaso y viven pensando en la aprobación de los demás. Aunque siempre debiéramos planificar todo curso de acción,  la planificación debe llevarnos a la actividad, nunca a la pasividad. A la hora de planificar no debe focalizarse en los puntos en contra y en las carencias sino en los puntos fuertes que nos conduzcan a alcanzar la meta.
 El siervo malo, se comparó con los demás que tenían más dones y enterró el suyo. Fijó su mirada en las bendiciones del resto de los siervos, en lugar de ver la suya propia, que aunque era menor podría haberlo llevado a la victoria. Todos tenemos talento para alguna obra, por sencilla que sea, si somos diligentes siempre será de utilidad. Todo talento puede multiplicarse. Cada día se nos encomiendan diferentes tipos de tareas, grandes y pequeñas, estas pueden realizarse con amor y diligencia y ser una bendición. Incluso cruzar la calle y comprar frutas en la verdulería puede ser de bendición si entendemos que nuestra influencia puede alegrar nuestro entorno u obscurecerlo. Cada palabra que sale de nuestra boca puede ser para transmitir esperanza o por el contrario desaliento.
Los siervos que fueron diligentes recibieron su recompensa porque fueron fieles en lo poco, demostraron ser responsables y que podían administrar más talentos aún. Pero el siervo malo perdió el único talento que había recibido y para que se lo dieran al que tenía más.
¡Realicemos con gozo cada obra que se nos encomienda! Vivamos vidas llenas de amor, gozo y felicidad, sabiendo que tarde o temprano recibiremos la recompensa.

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