martes, 5 de marzo de 2013

La alimentación en el conflicto entre el bien y el mal


Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Hemos sido comprados por precio y somos meros mayordomos de nuestras fisonomías. Aquel que destruye su cuerpo es un siervo negligente, destruye igualmente su relación con el Creador.
 Dios nos habla principalmente a través de nuestro cerebro.  A través de nuestro cerebro podemos distinguir el bien del mal. A medida que potenciamos las facultades de nuestro cerebro, logrando su máximo rendimiento mediante un cuidado diligente del cuerpo, perfeccionamos nuestra relación con Dios. Nuestro discernimiento del bien y del mal se agudiza y nuestra mente se fusiona con la mente del Altísimo.
Aquellas personas que no brindan a sus cuerpos los cuidados debidos haciendo que sus facultades mentales se deterioren progresivamente, están poco a poco entrando en el campo del Destructor. Las trampas del enemigo de Dios han sido diseñadas para tener su culminación final a lo largo de mucho tiempo. Lucifer mina las fuerzas físicas y espirituales poco a poco y finalmente concreta sus maquinaciones cuando el alma está debilitada luego de haber cedido paulatinamente a la tentación.
La alimentación constituye uno de los puntos centrales en el conflicto entre el bien y el mal. Fue por el alimento que el pecado entró a la Tierra cuando Eva comió del fruto del árbol prohibido. Fue por ceder al apetito pecaminoso que su esposo acompañó a la infractora en su rebelión. Fue por el apetito que los israelitas se rebelaron contra Dios en el desierto cuando clamaron por carne cuando el Padre celestial les daba una provisión diaria de maná. Por el desear un plato de comida el profano Esaú vendió su primogenitura.
Por el otro lado, Jesús venció en el desierto prevaleciendo sobre la tentación precisamente donde el primer Adán había cedido. Luego de un ayuno de 40 días el Salvador del mundo venció a Lucifer en el apetito y luego comenzó con su ministerio de salvación y redención de la humanidad.
El control del apetito permite dominar el carácter. Quien refrena sus pasiones en la alimentación cotidianamente está ejercitando su templanza. Al vencer en esta área el cristiano encuentra fortaleza para vencer en el resto de las áreas que conforman su vida espiritual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario