jueves, 20 de septiembre de 2012

Las Palabras


Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. (Mateo 12:34,35)

¿Alguna vez escuchaste el dicho “las palabras se las lleva el viento”? Este dicho es usado muchas veces para hacer referencia a la intrascendencia de las palabras. De alguna manera, busca expresar que las palabras no tienen importancia. Pero muchas palabras no son llevadas por el viento, sino que tienen un poder para cambiar la realidad. Por lo cual, en el pensamiento y enseñanzas de Cristo la palabra tiene mucha importancia.

Las palabras son un reflejo de la mente, a partir ellas podemos entender y conocer el contenido del corazón del hombre. Todo lo que ocupe el primer lugar en el corazón de una persona será su tema favorito de charla. Hay personas que hablan todo el tiempo de dinero, porque  tienen dinero en la mente. Piensan todo el tiempo como obtener dinero, como acumular dinero o cómo hacer para no perder dinero. Otras personas hablan todo el tiempo de sus novias o esposos es lo más importante de sus vidas; otras personas hablan de autos; otras hablan de sus hijos; de política, de la televisión. En definitiva, sin lugar a dudas, podemos conocer a una persona por medio de sus palabras.

Las palabras, para nuestro pesar, no se las lleva el viento. Tienen importancia y trascendencia en nuestra vida y en la vida de los demás. Con las palabras damos aliento, consolamos, transmitimos esperanza, comunicamos amor o ternura. Pero también con las palabras insultamos, herimos, transmitimos desesperación y amargura. Nuestros labios pueden convertirse en medicina para los demás, pero también pueden ser un veneno que contamine la vida del resto.

Muchas personas hablan mucho, otras escriben mucho. A lo largo de la historia de la humanidad las palabras han ejercido una poderosa influencia sobre el destino de los hombres. Existen diferentes teorías que siempre encuentran alguna persona dispuesta a ponerlas en práctica. Las palabras de Karl Marx- sólo por mencionar un ejemplo- no se quedaron encerradas en el “Manifiesto comunista”, más bien salieron de él y sirvieron de inspiración para algunos de los regímenes políticos más sanguinarios conocidos por el hombre. De nuevo, las palabras no son meros trazos de tinta inertes, las palabras tienen poder e influencia sobre aquellos que las reciben.

Por otro lado, las palabras de Cristo han sido de ayuda y salvación para millones de personas, siempre y cuando que fueron aplicadas de acuerdo con el verdadero sentido en el que fueron dichas por el Divino Maestro. Por eso Jesús dijo: “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Juan 6:63)”. Sus Palabras están llenas del Espíritu Santo, están llenas de amor y se convierten en bálsamo vivificante para aquellos que las reciben con fe.  Las Palabras de Dios tienen poder creador. La Biblia dice:
Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos,
 Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. (Salmo 33:6).

La Palabra de Dios es verdadera y tiene tal poder que cuando Dios dice algo permanece para siempre. La Palabra de Dios tiene poder creador, El dijo y fue hecho. Dios dice “Hágase la luz” y la luz se enciende. Por eso debes permitir que la Palabra de Dios entre a tu vida para que te llene de paz y felicidad. Debes abrir la puerta de tu corazón para que entren estas maravillosas palabras de vida que te guiarán por las sendas del mundo.

Finalmente Jesús dijo lo siguiente acerca de las palabras:
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. (Mateo12:37)

Tan trascendentales para Dios son nuestras palabras que Jesús dijo que en el juicio final seremos justificados o condenados por ellas. En un solo día las personas pueden pensar muchas cosas buenas y malas, pero no todas estas cosas se convierten en palabras. Nosotros tenemos diálogos internos que fluyen en nuestro interior. Mediante un pensamiento o voz interiores afirmamos una cosa, pero a continuación surge otra voz o pensamiento interior que refuta lo dicho por la primera voz. Así, dialogamos con nosotros mismos, hasta que finalmente llegamos a una conclusión y emitimos un juicio expresado en palabras. Es decir, las palabras que salen de nuestros labios constituyen la conclusión del diálogo interno que fue avanzando entre afirmaciones y refutaciones. De todas las voces que sonaron en mi interior y que intentaron imponerse una sobre la otra finalmente terminó prevaleciendo aquella que quedó cristalizada en palabras. Muchos pensamientos pueden ser inocuos y morir, quedarse en la nada porque fueron refutados por otros argumentos interiores, de esa manera fueron anulados, para bien o para mal.

Dicho de otra forma, las palabras son el resultado de las argumentaciones y refutaciones que realizamos en la intimidad de nuestra mente, entonces las palabras se convierten en un reflejo de los pensamientos predominantes en nuestro ser. Todo podemos tener pensamientos buenos y malos, pero al final depende de nosotros elegir entre unos y otro. Luego, los pensamientos predominantes de nuestra personalidad son puestos en palabras, ya sea para salvación o para condenación; ya sea para herir o sanar; para matar o amar.

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